La cara oscura de internet en Japón

La cara oscura de internet en Japón: la evolución de las plataformas de contactos virtuales

Sociedad

La expresión papa-katsu, ahora tan extendida en las redes sociales japonesas, designa un fenómeno derivado de lo que antiguamente se conocía como enjo kōsai, relaciones amorosas a cambio de dinero. El desarrollo de sitios web de contactos, aplicaciones para buscar pareja y redes sociales varias, que ha tenido lugar con la difusión de internet, ha transformado el modo de conocer a otras personas a la vez que ha engendrado nuevas formas de uso que entrañan peligros fatales.

El papa-katsu de la adolescente Satomi

El término papa-katsu hace referencia a una actividad en que una chica busca a un hombre mayor (papa) para salir con él a comer, a comprar, al cine, etc., a cambio de dinero. El contacto suele establecerse a través de alguna red social como Twitter o de una aplicación para buscar pareja y, por lo general, el intercambio no incluye relaciones sexuales. La serie Papa-katsu, que narra la relación entre una joven y un hombre de mediana edad que se conocen mediante un sitio web para buscar “papa”, se estrenó por internet en junio de 2017 y obtuvo tal popularidad que terminó emitiéndose también en Fuji Television en horario nocturno.

Las aplicaciones dedicadas al papa-katsu disponibles en internet promocionan a sus usuarios masculinos con lemas como “Tenemos muchos usuarios que ganan más de 20 millones de yenes al año” o “Muchos de nuestros usuarios son médicos o altos funcionarios”. También insisten en que las relaciones que se establecen no incluyen sexo. Otros mensajes que se utilizan para captar usuarias apelan a la rentabilidad del negocio con frases como “¡Regístrate si quieres ganar más de 100.000 yenes al mes!”. Aunque mantener citas a cambio de una retribución económica no constituye un acto ilegal de por sí, conlleva el peligro de derivar en delitos como la prostitución infantil. Dicho de otro modo, el hecho de que no haya sexo de por medio permite que menores de 18 años participen en el papa-katsu sin que legalmente pueda considerarse prostitución de menores.

Satomi (nombre ficticio), estudiante de bachillerato de 17 años, es una de las chicas que se dedican al papa-katsu. Es una joven de aspecto discreto, con una estatura algo por encima del metro y medio y una melena negra por debajo de los hombros. Busca a sus “protectores” indicando su disposición para el papa-katsu en su perfil en aplicaciones de contactos amistosos, Twitter y otras plataformas, para que los interesados que lo vean se pongan en contacto con ella. Se cita regularmente con varios hombres entre la veintena y la cincuentena, todos ellos empleados de empresa.

Al parecer, las chicas que practican el papa-katsu no lo hacen simplemente por el dinero, sino más bien porque sienten interés por los hombres adultos. Las condiciones básicas de las citas son una retribución de 5.000 yenes la hora, sin contactos sexuales ni estancias en hoteles; se limitan a comer en cafeterías o restaurantes. No es un intercambio satisfactorio para aquellos hombres que buscan relaciones pagadas con sexo (enjo kōsai), pero sale más barato que las citas con empleadas de kyabakura (bares donde se va a beber y charlar con chicas).

Así cuenta Satomi su experiencia con el papa-katsu: “Empecé hace alrededor de un año, cuando un hombre contactó conmigo por Twitter. Me dijo que solo quería ir a tomar un refresco. Me limito a escuchar las cosas aburridas que me cuentan y asentir, pero ellos me dicen que eso les reconforta”.

Es evidente que las relaciones que se establecen mediante el papa-katsu son una aberración. En abril de 2018, un semanario publicó un rumor según el cual el entonces gobernador de la prefectura de Niigata mantenía una relación sexual pagada con una chica a la que había conocido mediante un sitio web de contactos, y surgieron presiones para exigir su dimisión.

De los “clubes de relaciones” a los “clubes telefónicos” y los “teléfonos de contactos”

Antes de que se extendiera el uso de internet, ya existían otros sistemas para conocer personas con quienes mantener relaciones amorosas. La expresión enjo kōsai surgió en los años setenta y, por aquel entonces, se refería a la prostitución de mujeres casadas. Los locales destinados a conocer a dichas mujeres se bautizaron como kōsai kurabu (club de relaciones), deeto kurabu (club de citas) o aijin kurabu (club de amantes).

En este tipo de establecimientos, hombres y mujeres deben superar una entrevista inicial para poder registrarse como miembros. El servicio se limita a presentar a aquellos que quieren iniciar un contacto, que luego pueden desarrollar su relación libremente. Los hombres deben someterse a una comprobación previa de sus ingresos, abonar una cuota y asumir los gastos de las citas. Las mujeres se registran gratuitamente y tienen mejores posibilidades de contacto si proceden de colegios famosos o si ejercen una profesión popular como la de modelo o asistente de vuelo.

Más tarde se popularizaron los llamados telefon kurabu (clubes telefónicos), servicios de contactos abiertos a todos los usuarios, sin sistema de registro previo. En estos negocios los hombres entran en un establecimiento, se les asigna un asiento y allí esperan las llamadas de mujeres. Las interlocutoras solo tienen que hablar por teléfono con los hombres desde fuera del local. Se dice que el primer club telefónico abrió en el barrio tokiota de Kabukichō (Shinkuju) en 1985. Estos negocios acertaron al ofrecer un mayor nivel de anonimato y captar una clientela más amplia que los clubes de relaciones, pero no tardaron en ver su zona de operación y otras condiciones limitadas por ordenanzas locales.

Un emblemático club telefónico que operaba en Kabukichō, cuna de este tipo de negocios, cerró sus puertas en junio de 2017. (Fotografía: Shibui Tetsuya)

Los sistemas de contactos continuaron sofisticándose con el lanzamiento de servicios como Dengon Daiyaru de NTT, fundado en 1986, y Daiyaru Q2, de 1989. Estos negocios ofrecían un nuevo tipo de servicio telefónico llamado tsuu shotto daiyaru (teléfonos de contactos) que permitía establecer los contactos de forma anónima, sin tener que desplazarse a un establecimiento especializado; cosecharon una popularidad sin precedentes, en especial entre los usuarios jóvenes.

El servicio Daiyaru Q2 ponía en contacto a hombres y mujeres que llamaban a un número de teléfono; los hombres pagaban la tarifa telefónica y 100 yenes por minuto de conversación, mientras que las mujeres llamaban gratis. Los contactos se filtraban según el objetivo de la llamada: quedar para una cita, mantener sexo telefónico, etc. Sin embargo, los problemas sociales derivados del servicio —prostitución de menores, facturas telefónicas astronómicas, etc. — motivaron su posterior regulación.

Los crímenes relacionados con sitios web de contactos

El sector de los contactos dio un paso más en su evolución con la difusión generalizada de internet, que tuvo lugar a partir de 1995, y vio aparecer los “sitios de contactos”, que facilitaban el encuentro virtual entre desconocidos. Como explicamos en la primera entrega de esta serie, los crímenes relacionados con este tipo de plataformas empezaron a representar un problema social hacia 2001, con el intento de asesinato por acuchillamiento de una mujer por parte de un adolescente en enero y el “asesinato del amigo virtual de Kioto” en abril.

Los problemas relacionados con los sitios web de contactos propiciaron la aprobación de una ley que prohibía el acceso a los menores de 18 años en 2003. Sin embargo, con el lanzamiento de plataformas como Mixi o Gree a partir de 2004, los contactos por internet se convirtieron en una realidad cotidiana. Los usuarios corrientes obtuvieron así la oportunidad de establecer este tipo de contactos con toda facilidad, y empezó a proliferar el uso de las redes sociales con mensajes cortos para flirtear y mantener relaciones de enjo kōsai.

Cuando los mensajes cortos de las plataformas sociales se limitaron legalmente y servicios como Mixi y Gree perdieron fuelle, los teléfonos inteligentes entraron en escena. Cada servicio que salía —Twitter, Facebook, Line, etc.— se convertía en una nueva plataforma de contactos.

Según los informes de la Agencia de Policía, en 2017 se registraron 1.813 casos de menores de 18 años que fueron víctimas de delitos como conductas obscenas o prostitución a través de aplicaciones móviles y redes sociales, un número 2,3 veces mayor que en 2008, cuando este tipo de incidentes empezaron a contabilizarse.

Enderi, una tapadera para los negocios de prostitución

Enderi es un término que se creó hace unos diez años y que combina las expresiones enjo kōsai y delivery health (servicio de prostitución encubierto como servicio sanitario con envío de personal a domicilio). Se trata de un modelo de negocio de prostitución profesional enmascarada como servicio de aficionados. Los que lo gestionan se comunican con los clientes haciéndose pasar por mujeres y luego les envían prostitutas para ofrecer servicios sexuales. Los clientes quedan con las mujeres creyendo que se trata de una relación de enjo kōsai, pero en realidad es el personal del negocio quien escribe los anuncios para captarlos y luego se comunica con ellos para negociar el precio y acordar todas las condiciones. Son negocios que, en apariencia, no se diferencian en nada del enjo kōsai corriente. Sus gestores se sirven de los sitios web de contactos y, si alguien los descubre, tienen todas las facilidades para huir. Prácticamente todos estos negocios son redes de prostitución ilegal que median sus servicios por la red.

En un caso que salió a la luz en junio de 2013, el del asesinato de una chica de 16 años que estudiaba en una escuela vocacional de la ciudad de Kure (Hiroshima), la joven desempleada que fue arrestada como sospechosa estaba implicada en una red de enderi. El crimen se desencadenó a consecuencia de una disputa en un grupo de conversación mantenido a través de la aplicación de mensajería gratuita Line. Las tres chicas del grupo compartían piso mientras trabajaban para un servicio de enderi. Al parecer, un conflicto a la hora de distribuir las ganancias del trabajo motivó a siete chicas del servicio a secuestrar a la víctima y someterla a un linchamiento despiadado que acabó con su vida.

Las palabras clave convierten las redes sociales en plataformas de contactos

Los sistemas de contacto actuales permiten establecer relaciones de forma fácil y con un radio de acción cada vez más amplio. El crimen de Zama, en que nueve personas fueron asesinadas y descuartizadas, puso en el punto de mira la función del etiquetado, o hashtag (#), de las redes sociales. En Twitter esta función permite conectar con usuarios que etiquetan los mismos términos y buscar personas mediante esas palabras clave.

El uso de palabras clave como papa-katsu, enjo kōsai o contactos permite convertir Twitter en una plataforma de contactos. Una vez se conecta con un usuario, la función de mensajes privados sirve para mantener una comunicación directa y negociar condiciones como el precio del servicio o el lugar y la hora del encuentro. Pero Twitter no es la única plataforma que se usa para estos fines; Himabu, una aplicación exclusiva para estudiantes que goza de gran popularidad entre los jóvenes de secundaria y bachillerato, así como los sitios de intercambio de identificadores de usuarios de Line, son dos ejemplos más del uso, cada vez más extendido, de redes sociales y tablones de anuncios virtuales como herramientas de contactos.

La policía no se queda de brazos cruzados ante la situación. Han reforzado la vigilancia cibernética y se comunican directamente con los usuarios de cuentas relacionadas con actividades de enjo kōsai para corregir su conducta. La policía de la prefectura de Aichi ha puesto en marcha una iniciativa con la que se sirve de universitarios voluntarios para enviar mensajes de advertencia a los menores de 18 años que mencionan cualquier cosa relacionada con este tipo de contactos en las redes sociales. Se trata de un intento de disuadir a los usuarios de practicar enjo kōsai y papa-katsu haciendo que se sientan observados por la policía.

Aparece un nuevo servicio de internet, con él se crea un nuevo negocio de contactos y luego se aplican medidas legales para regularlo: un círculo vicioso que es un reflejo directo de la ambición humana, que se agranda al mismo ritmo al que se desarrolla la sociedad cibernética.

Reportaje y texto: Shibui Tetsuya
Edición: Editorial de Power News.

Fotografía del encabezado: Graphs / PIXTA

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