Un paseo fotográfico por Kamakura, antigua capital de Japón

Año Nuevo en el santuario Tsurugaoka Hachiman (Kamakura): 800 años de cultura samurái

Cultura Historia

El santuario Tsurugaoka Hachiman es todo un símbolo de las familias samuráis desde la época en que Kamakura tuvo su propio shogunato y se ha convertido en el mayor enclave turístico de la ciudad. En Año Nuevo alberga rituales sintoístas de otros tiempos que permiten conocer de primera mano la gallardía y la elegancia de los guerreros que habitaban la antigua capital.

El núcleo de una localidad samurái que mantiene vivas las tradiciones

Kamakura, donde hace más de 800 años se fundó el primer gobierno samurái del archipiélago nipón, es una de las tres antiguas capitales de Japón. A diferencia de Nara y de Kioto, donde gobernaba la nobleza, en esta ciudad de la actual prefectura de Kanagawa reinaba una atmósfera espartana.

Minamoto no Yoritomo estableció el shogunato en Kamakura por dos motivos, principalmente: 1) el mar y las montañas que rodeaban la zona la convertían en una fortaleza natural; 2) su ubicación hacía de ella un lugar clave para el transporte. Otra razón de peso es que Kamakura tenía vínculos con sus antepasados, que veneraban a Hachiman —el dios protector del clan Minamoto—, y, por lo tanto, esto le facilitaría hacerse con el control de los guerreros de Bandō (el este de Japón). Así pues, al poco tiempo de llegar a Kamakura, Yoritomo trasladó el santuario dedicado a esta deidad de su ubicación original, cerca de Yuigahama —una playa—, a las inmediaciones de su residencia; lo hizo para reforzar la legitimidad de su régimen. Así fue como surgió el santuario Tsurugaoka Hachiman que conocemos en la actualidad.

El santuario, que sigue en el mismo lugar de entonces, se ha convertido en el núcleo de Kamakura, tanto en términos geográficos como culturales. La avenida principal Wakamiya, ruta de peregrinación al Tsurugaoka Hachiman, continúa hasta la costa atravesando la ciudad de norte a sur y sirvió de punto de partida para el desarrollo urbano. Los edificios del complejo santo han sido pasto de las llamas derivadas de distintos conflictos y desastres naturales. De hecho, el santuario principal (hongū), Propiedad Cultural de Importancia, y el wakamiya, un santuario dedicado a varias deidades imperiales, son reconstrucciones que corrieron a cargo del shogunato de los Tokugawa. A pesar de todo, eso no ha impedido que elementos como la vestimenta y las tradiciones, entre las que se incluyen numerosos ritos sintoístas del mismísimo período Kamakura (1185-1333), hayan pasado de generación en generación hasta nuestros días.

El santuario principal que se conserva a día de hoy es una reconstrucción de Tokugawa Ienari, undécimo shogun de la familia, y data de 1828.
El santuario principal que se conserva a día de hoy es una reconstrucción de Tokugawa Ienari, undécimo shogun de la familia, y data de 1828.

Rituales sintoístas antiguos durante el primer rezo del año

Durante los tres primeros días del año el santuario Tsurugaoka Hachiman recibe 2,5 millones de visitantes: el complejo se llena de personas que portan un hayama, un amuleto con forma de flecha que sirve para ahuyentar a los malos espíritus, y el ambiente es muy animado, con un montón de puestos de comida. Además, en esta atmósfera festiva se celebran numerosos rituales tradicionales. En primer lugar, el 1 de enero se ejecuta el kagura hajimeshiki, una danza dedicada al dios del santuario cuyo objetivo es rezar por un año repleto de salud.

Kagura hajimeshiki, danza ejecutada el día de Año Nuevo a partir de las 7 de la mañana. Las bailarinas, llamadas yaotome, son ocho estudiantes de primaria de la zona. El baile se lleva a cabo en el maidono (sala del santuario dedicada a la representación de música y danzas sintoístas).
Kagura hajimeshiki, danza ejecutada el día de Año Nuevo a partir de las 7 de la mañana. Las bailarinas, llamadas yaotome, son ocho estudiantes de primaria de la zona. El baile se lleva a cabo en el maidono (sala del santuario dedicada a la representación de música y danzas sintoístas).

El jomashinji, una ceremonia durante la cual se lanza una flecha a una diana con el objetivo de ahuyentar a los malos espíritus, se deriva de la costumbre con la que los guerreros de Kamakura daban comienzo a sus labores tras el parón de Año Nuevo. El chōna hajimeshiki, por su parte, consiste en imitar, a modo de ofrenda, los trabajos de carpintería necesarios para construir el santuario hace siglos. Los participantes en este ritual, cuyo objetivo es rezar por la seguridad en el trabajo, pertenecen al sector local de la construcción. En la ceremonia se emplean herramientas tradicionales.

Asimismo, vale la pena destacar la vestimenta de estos actos, cargada de tradición: los ministrantes visten un sokutai, una prenda formal propia de los guerreros, y llevan puestos unos asagutsu, un calzado de madera. Las mujeres, por su parte, van ataviadas con un kimono blanco y unos pantalones rojos andonbakama, la indumentaria típica de las féminas durante el período Heian (794-1185). Además, durante la representación del kagura (música y danzas sagradas) resuenan sonidos propios del gagaku, la música que se tocaba en la corte, gracias a instrumentos como la flauta hichiriki, lo que permite empaparse de la elegancia característica de la cultura samurái.

Jomashinji, ritual que se lleva a cabo el 5 de enero a partir de las 10 de la mañana. La diana lleva escrito en el reverso el ideograma de oni (ogro) y el tirador debe dar en el blanco para ahuyentar el mal.
Jomashinji, ritual que se lleva a cabo el 5 de enero a partir de las 10 de la mañana. La diana lleva escrito en el reverso el ideograma de oni (ogro) y el tirador debe dar en el blanco para ahuyentar el mal.

Chōna hajimeshiki, ceremonia que se celebra el 4 de enero a partir de la 1 de la tarde. La azuela, que aparece en la imagen, es una de las herramientas que se utilizan para emular los trabajos tradicionales de carpintería. Además, se entonan los cánticos de ánimo propios de los trabajadores de la construcción encargados de instalar los andamios en las obras.
Chōna hajimeshiki, ceremonia que se celebra el 4 de enero a partir de la 1 de la tarde. La azuela, que aparece en la imagen, es una de las herramientas que se utilizan para emular los trabajos tradicionales de carpintería. Además, se entonan los cánticos de ánimo propios de los trabajadores de la construcción encargados de instalar los andamios en las obras.

En torno al 15 de enero tienen lugar en distintas partes del país las celebraciones conocidas como koshōgatsu (literalmente, el Año Nuevo pequeño), entre las que se incluye la quema de adornos propios de Año Nuevo: kadomatsu, shimenawa… Esta práctica, de carácter privado, se llama de manera diferente en función de la zona —por ejemplo, dondoyaki o sagichō— y tiene sus orígenes en el período Kamakura. En el sagichō del santuario Tsurugaoka Hachiman lo tradicional es hacer un saito, un cono de paja para cubrir los adornos de Año Nuevo. Numerosos feligreses se congregan y rezan alrededor de la gran humareda que se forma en dicha estructura.

Los muchos ritos sintoístas que tienen lugar a comienzos de año presentan una oportunidad maravillosa de conocer la cultura tradicional. Así pues, vale la pena acercarse a Kamakura para gozar de semejante experiencia.

Sagichō, práctica que se lleva a cabo el 15 de enero a partir de las 7 de la mañana. Delante del saito se coloca un altar con ofrendas, cuya quema empieza tras una ceremonia.
Sagichō, práctica que se lleva a cabo el 15 de enero a partir de las 7 de la mañana. Delante del saito se coloca un altar con ofrendas, cuya quema empieza tras una ceremonia.

Texto e imágenes: Harada Hiroshi.

Imagen del encabezado: El santuario Tsurugaoka Hachiman en Año Nuevo. Una multitud hace cola en las grandes escaleras de piedra que conducen al santuario principal con motivo del primer rezo del año.

(Traducción al español del original en japonés)

Samuráis Año Nuevo Kamakura