[Diapositivas] Paisajes nocturnos del archipiélago japonés

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El turismo japonés siempre ha contado con los paisajes nocturnos como un importante recurso que ofrecer en cada rincón del país, pero últimamente este tipo de turismo está experimentando un crecimiento sorprendente tras distintos intentos. Japón muestra aspectos muy diferentes dependiendo del lugar visitado; les ofrecemos un viaje por algunos de los lugares más interesantes que ver de noche.

Los japoneses, cada vez más fascinados por las luces nocturnas

Se dice que Japón es el lugar del mundo en el que se celebran más festivales nocturnos; buenos ejemplos de ello son el Nebuta Matsuri de Aomori y las hogueras ceremoniales del festival Daimonji, en Kioto. Quizá sea algo relacionado con la mentalidad de los japoneses, que llevan entonando cánticos a las bondades de la naturaleza, y en especial a la luna, desde el periodo Heian. Sea relevante esta conexión histórica o no, lo cierto es que los japoneses estiman las experiencias estéticas nocturnas, y a través de los siglos han desarrollado una cultura para apreciar dichos paisajes. En los últimos diez años el número de lugares en Japón en los que se ofrece iluminación LED ha superado el millar, y en algunos lugares se debe pagar para ver las luces, algo poco común en otros países; la iluminación se ha convertido en una parte fundamental de los entretenimientos nocturnos, hasta el punto de llegar a ser una industria con instalaciones a gran escala que produce ventas de miles de millones de yenes.

Paisajes nocturnos resplandecientes de blanco

Hay dos aspectos históricos en la fascinación de los japoneses por los paisajes nocturnos. El primero tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial. En Japón, país derrotado y abrasado por los bombardeos, se extendió más que en ningún otro lugar el uso de los fluorescentes, tanto por motivos económicos como por un deseo de encontrar la paz. Los fluorescentes iluminaban cada rincón de las viviendas y creaban un vínculo familiar, además de hacer brillar a las ciudades con un resplandor blanco. Este tipo de luz y la luz anaranjada que producen las lámparas de sodio, extendidas por el mundo en aquella época, son muy diferentes. Un ascenso a cualquiera de las tres grandes “nuevas cumbres nocturnas” de Japón (los montes Inasayama, en la ciudad de Nagasaki, Kikuseidai, en Kobe, y Moiwayama, en Sapporo) nos hará comprenderlo de un solo vistazo: el paisaje que se extiende ante la vista es totalmente blanco, como el de un campo nevado.

El fenómeno de los paisajes nocturnos, nacido del ahorro

La otra razón parte de la explosión de la burbuja inmobiliaria en la primera mitad de la década de los noventa. Los japoneses, acuciados por las necesidades económicas, comenzaron a hacerse cada vez más ahorradores, y se hizo popular la idea de apreciar los paisajes nocturnos, ya que se pueden disfrutar sin necesidad de pagar dinero. A medida que la gente iba disfrutando de los paisajes también aumentaba su comprensión de las diferencias entre los diversos lugares, de modo que iban desarrollando sus opiniones sobre los paisajes que les gustaban, los que los calmaban, etc. Así se fueron descubriendo todo tipo de encantos y peculiaridades en ellos, como los paisajes nocturnos de fábricas, o aquellos que hacen que la luna parezca enorme.

Nuevos paisajes populares

Ahora ya se habla de “turismo nocturno”, y se realizan una gran variedad de eventos que utilizan el paisaje nocturno de cada rincón del país como recurso turístico. Se explotan al máximo elementos como los miradores, la iluminación artificial o los viajes organizados, y se trata de ofrecer un ambiente adecuado en el que los turistas extranjeros también puedan disfrutar de estas atracciones. Además ya existen como marcas registradas las denominaciones “patrimonio nocturno japonés”, que designa los hermosos paisajes nocturnos del país, y las “cien lunas llenas de Japón”, que se refiere a los mejores lugares en los que disfrutar de nuestro satélite; también se ha celebrado este año por octava vez un evento denominado “Cumbre de paisajes nocturnos”.

El amor de los japoneses por la noche no acaba ahí, sino que siguen apareciendo nuevas formas originales de interpretar la apreciación de los paisajes nocturnos. En Mutsu, ciudad de la prefectura de Aomori, por ejemplo, la iluminación nocturna tiene forma de papilio, un tipo de mariposa, y por eso se suele llamar “paisaje nocturno agehachō”, en referencia a ese lepidóptero. Otros ejemplos son las flores de cerezo y las hojas rojas en otoño, los ferrocarriles, las posadas, los castillos y los edificios sintoístas y budistas, con iluminaciones que dan lugar a nuevos paisajes nocturnos. Por otro lado se siguen apreciando no solo los paisajes que incluyen la luna o la iluminación artificial, sino también elementos como las hogueras junto al mar, con las que se atrae a los peces hacia la costa, o el ambiente de las zonas de aguas termales, vistas que atraen a más y más turistas. La noche japonesa es en verdad profunda. Para conocer el país y sus habitantes quizá sea necesario también buscar respuestas en medio de la oscuridad.

Imágenes: Malta Atsushi
Texto Marumaru Motoo


La ciudad de Mutsu vista desde lo alto del mirador de Kamabuseyama; se suele llamar “paisaje de agehachō” (prefectura de Aomori).


Vista del río Mogami desde el parque Tateyama (prefectura de Yamagata).


Iluminación de los cerezos junto a la estación de Itabu, en la línea Kominato (prefectura de Chiba).


Iluminación estival del centro turístico Apa, en Jōetsumyōkō (prefectura de Niigata).


Vista del Mar de Japón desde la carretera Yahikoyama Skyline (prefectura de Niigata).


Parque Arakurayama Sengen (prefectura de Yamanashi).


Vista de la bahía de Suruga desde Kanukiyama (prefectura de Shizuoka).


Sekishuku, la estación 47 de las 53 que formaban el Tōkaidō, la ruta más importante del periodo Edo (prefectura de Mie).


Nigatsudō, parte del templo Tōdaiji (prefectura de Nara).


La ciudad de Nara vista desde el mirador del monte Wakakusa (prefectura de Nara).


Ruinas del castillo Takeda (prefectura de Hyōgo).


Complejo industrial de Mizushima, visto desde la carretera Washūzan Skyline (prefectura de Okayama).


Ciudad de Uwajima vista desde el parque Atago (prefectura de Ehime).


Camino bañado por la luna llena, junto al mar, visto desde el mirador del monte Inasa (prefectura de Nagasaki).


Aguas termales de Beppu vistas desde el mirador Yukemuri (prefectura de Ōita).

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