Repoblación forestal en la ciudad: fomentar bosques de conservación lo más naturales posible

Naturaleza

El ecologista de vegetación Miyawaki Akira, basándose en datos científicos, defendía la idea de que los árboles deben plantarse teniendo en cuenta la apariencia del bosque que formarán décadas después. Un investigador que estudió con Miyawaki nos cuenta qué es lo más importante para crear un bosque con el que proteger el medioambiente urbano.

Hoy en día vivimos, se dice, en una era en la que estamos cada vez más acostumbrados a la idea del calentamiento global y a términos como emisión neutral de carbono, o compensaciones de carbono. El ideal de “lo verde” llama más la atención que nunca. Al parecer, las áreas forestales, que quedaron desatendidas debido a la desaparición y devastación de las áreas satoyama y los bosques a causa de los cambios en el estilo de vida, vuelven a ser cada vez más boscosas y las zonas forestales del Japón actual se encuentran más saturadas que nunca. Sin embargo existe una extrema escasez de espacios verdes en áreas urbanas, donde la concentración de población y los terrenos residenciales no dejan de aumentar. Consideremos, en estas circunstancias, qué tipo de zonas verdes se requieren.

Un método de forestación basado en datos masivos de estudios del campo

Como ejemplo de mantenimiento ecológico urbano me gustaría retomar la idea de “bosque de conservación ambiental” de Miyawaki Akira, profesor emérito de la Universidad Nacional de Yokohama, y ​​reflexionar sobre la reforestación en áreas urbanas. El maestro Miyawaki, por desgracia, falleció en julio de 2021 a los 93 años. Lo recuerdo en mis oraciones, y me permito presentar la forma de forestación para la creación de bosques de conservación ambiental que Miyawaki defendió y enseñó, y en la que trabajó con tanto ahínco.

Miyawaki fue también un ecologista destacado que además ejerció como presidente de la Asociación Internacional de Ecología. Sus diez volúmenes de la revista Nihon shokusei shi, en los que realizó exhaustivos estudios y encuestas a nivel nacional y recopiló una gran cantidad de datos de Japón, junto a sus investigaciones a nivel internacional, representan un logro sin precedentes. Esta enorme cantidad de datos se utiliza ahora en su totalidad para la formación de bosques de conservación ambiental.

Los bosques de conservación ambiental se han introducido en diversos informes de estudios de vegetación, en documentos y numerosos libros publicados desde la década de 1970. Además, el Centro de Estudios Ecológicos Internacionales del Instituto de Estrategias Ambientales Globales (IGES), que en su día presidiera el profesor Miyawaki, publica explicaciones detalladas como su “Breve historia de la investigación sobre bosques de conservación ambiental de árboles laurifolios” y la “Breve historia de las investigaciones sobre bosques de conservación ambiental de árboles de hoja caduca”.

La plantación de bosques de conservación ambiental comenzó en 1972 con la planta de repoblación de la fábrica de acero Shin Nippon Seitetsu (actualmente Nippon Seitetsu) en Oita, pero la iniciativa se extendió gradualmente como parte de la mejora medioambiental más allá de esa zona. La expresión furusato no mori (“bosque del pueblo”), que todavía se usa hoy en día para referirse a ese tipo de centro, comenzó a utilizarla en un principio el propio Miyawaki. En 1974, recopiló el volumen “Fitosociología para la formación de bosques escolares de conservación ambiental – estudio basado en las investigaciones sobre vegetación de campo de 158 escuelas en todo el país”, y en 1976, creó otro bosque de conservación ambiental, esta vez en las instalaciones de la Universidad Nacional de Yokohama.

El proceso de formación del bosque escolar de conservación ambiental cerca de la puerta principal de la Universidad Nacional de Yokohama. 1. Muro simple de contención de tierra con pasto exótico en una pendiente de 2-3 metros de ancho. 2. Con la tierra que sobra en la ciudad se preparan plántulas de castanopsis, lengüetas y roble en macetas. 3. Tercer año después de la siembra: la vegetación ha crecido hasta una altura de unos tres metros. 4. Más de diez años después la altura de los árboles ha superado los diez metros. (Imagen por cortesía de Miyawaki Akira)
El proceso de formación del bosque escolar de conservación ambiental cerca de la puerta principal de la Universidad Nacional de Yokohama. 1. Muro simple de contención de tierra con pasto exótico en una pendiente de 2-3 metros de ancho. 2. Con la tierra que sobra en la ciudad se preparan plántulas de castanopsis, lengüetas y roble en macetas. 3. Tercer año después de la siembra: la vegetación ha crecido hasta una altura de unos tres metros. 4. Más de diez años después la altura de los árboles ha superado los diez metros. (Imagen por cortesía de Miyawaki Akira)

Desde entonces Miyawaki fue transmitiendo este concepto a todas partes, y recientemente estuvo trabajando en la creación de bosques de marea en las áreas afectadas por el tsunami del Gran Terremoto del Este de Japón. Los bosques de conservación ambiental se han plantado ya, en los últimos cincuenta años, en cerca de 900 lugares por todo Japón, y en el extranjero en más de 300 lugares: el Sudeste Asiático, Amazonia, Chile, China...

Cómo crear bosques artificiales parecidos a los naturales

La idea conductora al crear un bosque de conservación ambiental consiste en determinar la vegetación natural (o vegetación natural potencial) del lugar y producir un bosque artificial lo más parecido posible al bosque natural, dependiendo al máximo de las especies que lo compongan. Esta forma de bosque artificial se caracteriza por la plantación aleatoria y densa de plántulas de las especies de árboles que constituyen el bosque natural, y comprende varios trucos que enumeraremos a continuación.

1. Plantar las especies de árboles originales de la tierra

El punto más importante es la selección de especies de árboles de entre aquellas que constituyen el bosque natural. En áreas urbanas donde no quede ya bosque natural, deberemos seleccionar de entre la vegetación natural potencial. Esta consiste en especies vegetales naturales de la tierra elegidas por las características que posean en cuanto a su uso mismo de la tierra, así como el entorno de su ubicación, según los resultados de las investigaciones previas sobre vegetación. En ese punto resulta útil considerar pistas como cuáles son las especies de árboles gigantes más viejas en el área, así como los árboles que forman los bosques guardianes de los santuarios del lugar. Estos años hemos asistido a la regeneración de árboles de hoja perenne y ancha, como el roble blanco o la castanopsis sieboldii, en las zonas de satoyama abandonadas; podríamos decir que esos bosques también son vegetación natural potencial. Además, dado que todo esto depende de diversas condiciones (clima, topografía, suelo), todo juicio debe realizarse a la luz del sitio concreto en el que se planea la repoblación. Debemos también tratar de seleccionar tantas especies como sea posible de acuerdo con ese entorno local: árboles altos, medianos y arbustos. En iniciativas recientes se han venido plantando unas cuarenta especies por zona.

2. Recolectar las semillas de especies nativas

Las semillas de especies de árboles a plantar se recolectan de especies nativas alrededor del sitio en el que se planea cultivar las plántulas. En pueblos antiguos y casas particulares se encuentran a menudo árboles como la castanopsis, el roble o el machilus thunbergii, y con sus semillas se cultivan las plántulas para la repoblación. Desde el punto de vista de la prevención de alteración genética, es necesario también señalar que las directrices estipulan en la actualidad que debe evitarse la introducción de genes de diferentes regiones. La producción local para el consumo local también es un concepto importante en la repoblación forestal.

3. Cultivar en maceta de vinilo

Las semillas recolectadas se germinan en un tipo de cajas de madera denominadas torobako, y posteriormente se trasplantan, como plántulas, a una maceta. Las macetas de vinilo, llamadas poripotto (del inglés polyester pot, “tiesto de poliéster”), son macetas de vinilo producidas generalmente para viveros, de unos 10,5 cm de diámetro. Las plántulas sanas, con abundante raíz, tienen en este tipo de maceta una excelente tasa de supervivencia y de crecimiento después del trasplante, pero la selección es importante ya que la calidad de las plántulas afecta en gran medida al resultado. Un especialista puede producir muchas variedades de especies de árboles, pero también es posible la producción individual en pequeñas cantidades. Muchas organizaciones cultivan plantas en maceta como parte de su educación ambiental.

1. Las plántulas germinadas en torobako (derecha) se trasplantan a una maceta de vinilo. 2. Las plántulas, ya en maceta, se cultivan en un vivero dentro de un contenedor. 3. Plántula de Machilus thunbergii tras extraerla de la maceta. Se aprecian raíces bien desarrolladas. 4. Plantas en maceta a la espera de ser transportadas desde el campo de cultivo. Se pueden llevar todas juntas gracias a la red de transporte utilizada. (Imágenes del autor)
1. Las plántulas germinadas en torobako (derecha) se trasplantan a una maceta de vinilo. 2. Las plántulas, ya en maceta, se cultivan en un vivero dentro de un contenedor. 3. Plántula de Machilus thunbergii tras extraerla de la maceta. Se aprecian raíces bien desarrolladas. 4. Plantas en maceta a la espera de ser transportadas desde el campo de cultivo. Se pueden llevar todas juntas gracias a la red de transporte utilizada. (Imágenes del autor)

4. Un festival de plantación que educa sobre el medioambiente

La plantación se lleva a cabo creando montículos para plantar con diversas mejoras en el suelo; las plántulas de tercer año, generalmente de unos 50 cm de altura, se colocan con una densidad de unas tres o más por metro cuadrado. Dado que se pueden plantar con facilidad por medio de palas de trasplante, incluso un grupo pequeño de personas puede realizar la operación, si se trata de un área pequeña. Si el área es grande, sin embargo, se invita a muchos voluntarios a participar en un “festival de plantación de árboles”, para poder trasplantar una gran cantidad de plántulas. En festivales de plantación de árboles a gran escala de unos 50 metros de ancho y varios cientos de metros de largo han llegado a participar hasta 10.000 personas y plantar 100.000 árboles jóvenes.

En ciertos casos esos festivales de plantación hacen que se reúna un grupo de personas de ideas afines, y cada grupo comienza por su cuenta sus propias actividades de plantación. Dado que son muchos los niños que participan en una actividad de conservación ambiental que también sirve como educación ambiental para enlazar con la próxima generación.

Festival de plantación de árboles. 1. Montículos para la siembra ya preparados. 2. Plantas de maceta a la espera de ser trasplantadas. 3. Las plántulas de maceta al ser plantadas. Se plantan varias especies de árboles de forma aleatoria. 4. Después de plantar los árboles se distribuye paja sobre el suelo y se fija con cuerdas (imágenes del autor).
Festival de plantación de árboles. 1. Montículos para la siembra ya preparados. 2. Plantas de maceta a la espera de ser trasplantadas. 3. Las plántulas de maceta al ser plantadas. Se plantan varias especies de árboles de forma aleatoria. 4. Después de plantar los árboles se distribuye paja sobre el suelo y se fija con cuerdas (imágenes del autor).

5. Un suelo rico promueve el crecimiento

La plantación densa de esas plántulas en maceta tiene una alta tasa de supervivencia y de crecimiento, como ya hemos dicho, pero también una rápida forestación. Cuando los árboles crecen uno junto a otro y sus ramas se encuentran, a gran altura, dado que no hay espacio entre ellos, sobre el bosque, apenas entran el viento y la luz, y esto, junto con el efecto de la paja que se aplica en el momento de la siembra, evita que el suelo se seque y surja maleza. Entre tres y cinco años tras la siembra el deshierbe se ha hecho innecesario, y la paja y las hojas caídas se han podrido y descompuesto para crear un suelo rico, habitado por microorganismos y pequeños animales. Cuando esto sucede, ese bosque de conservación ambiental crece aún más rápidamente. Como describió el maestro Miyawaki, los árboles llegan a crecer hasta un metro por año, y el bosque alcanza los diez metros en diez años, dependiendo de las condiciones ambientales. Dado que los bosques de conservación ambiental se plantan con especies constituyentes de la vegetación natural potencial de la zona, a medida que estas especies crecen se forman bosques que son un verdadero reflejo de los bosques naturales, con alturas de más de veinte metros.

Meiji Jingū, “la mayor obra maestra del bosque urbano”

En las grandes ciudades como Tokio y Osaka, la densidad de población es muy alta, las casas están densamente apretadas entre sí y la superficie del suelo está en su mayor parte pavimentada. Por lo tanto, las zonas verdes que representan los bosques urbanos son extremadamente escasas. La plantación activa de árboles ayuda también a paliar el fenómeno de las islas de calor. Se ha demostrado también un fuerte efecto del bosque en la prevención de desastres como el derrumbe de viviendas o la propagación de incendios provocados por grandes terremotos. El desarrollo de bosques de conservación ambiental en áreas urbanas debe, por tanto, enfatizarse también desde esta perspectiva de la prevención de desastres.

El bosque de Meiji Jingū es un ejemplo perfecto de bosque artificial en área urbana. Se han publicado numerosos informes sobre las excelentes funciones forestales en ese vasto bosque, plenamente desarrollado cien años después de su plantación, en 1920, y se puede decir que es una verdadera “obra maestra del bosque” creada por seres humanos. En la actualidad, no obstante, resulta difícil construir un bosque tan extenso en la ciudad.

Por lo tanto, en lugar de regenerar un gran bosque en un solo lugar, sería más deseable poder disponer de bosques a pequeña escala, con funciones como la prevención de desastres, la insonorización, la mitigación climática o la alta biodiversidad, en diversos puntos de la ciudad. Eso implica repartir miniaturas del bosque de Meiji Jingū por el paisaje urbano. Uno de los métodos más adecuados para lograrlo es precisamente el método forestal de conservación ambiental de Miyawaki.

Desde plantas de maceta hasta bosque de conservación ambiental (instalaciones de la Central Térmica Higashi Ōgishima de TEPCO en la ciudad de Kawasaki). A la izquierda, justo después de la plantación: una planta por metro cuadrado, en la década de los ochenta. A la derecha se puede apreciar la densidad lograda con el aumento posterior de plantación: tres árboles por metro cuadrado. El bosque de conservación ambiental diez años después de la plantación. La altura de los árboles no es aún tan elevada, pero ya se ha formado un espeso bosque. (Imagen por cortesía de Miyawaki Akira)
Desde plantas de maceta hasta bosque de conservación ambiental (instalaciones de la Central Térmica Higashi Ōgishima de TEPCO en la ciudad de Kawasaki). A la izquierda, justo después de la plantación: una planta por metro cuadrado, en la década de los ochenta. A la derecha se puede apreciar la densidad lograda con el aumento posterior de plantación: tres árboles por metro cuadrado. El bosque de conservación ambiental diez años después de la plantación. La altura de los árboles no es aún tan elevada, pero ya se ha formado un espeso bosque. (Imagen por cortesía de Miyawaki Akira)

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado - Bosque de conservación ambiental en las instalaciones de Shin Nippon Seitetsu (actualmente Nippon Seitetsu) en Oita. Las plántulas, trasplantadas en 1972, se han convertido después de cincuenta años en un bosque de árboles que rodea la fábrica. Imagen realizada en 2021; cortesía de Green Elm)

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