Comprender y abordar la crisis de los osos en Japón
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Las comunidades japonesas de todo el país han tenido numerosos encuentros cercanos con osos este otoño, algunos de ellos mortales. En la prefectura de Niigata, donde vivo, se han registrado más de una docena de avistamientos de osos negros asiáticos en un solo día, y 17 personas ya han resultado heridas por estos animales en el momento de escribir este artículo. Desde septiembre, el Gobierno japonés ha permitido el uso de rifles para la “caza de emergencia” de osos; incluso se pueden utilizar armas de fuego cerca de zonas urbanas en determinadas condiciones. La situación ha dado lugar a muchos comentarios sobre “una nueva clase de osos” y una “nueva fase” en nuestra relación con los animales salvajes. Pero para abordar de forma eficaz y adecuada la actual crisis de los osos, debemos analizar detenidamente la historia que la ha provocado.
El recurrente problema de los osos en Niigata
No es la primera vez que los avistamientos y ataques de osos se han disparado en los últimos años. El primer aumento importante en la prefectura de Niigata, donde comencé mi investigación, se produjo en 2006. En respuesta a una serie de avistamientos y encuentros en zonas pobladas, se capturaron y sacrificaron 520 osos de una población que entonces se estimaba entre 1.000 y 1.200 ejemplares. En 2010, no obstante, se produjo otro aumento importante de avistamientos y encuentros con osos. En los cuatro años comprendidos entre esos dos episodios, se sacrificaron más de 1.000 osos.
El oso negro asiático había sido (y sigue siendo) identificado como “vulnerable” en la Lista Roja de Especies Amenazadas elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Preocupada por la situación de la especie en Niigata, en 2013 puse en marcha un estudio con cámaras trampa con el apoyo de una organización local sin ánimo de lucro a la que pertenezco. En 2017 el estudio arrojó una estimación de 1.500 osos en toda la prefectura. Esto sugería que la población de osos de Niigata era en realidad superior a la estimación previa al sacrificio.
Un oso negro asiático visita una de las cámaras trampa de la autora en Itoigawa, prefectura de Niigata, octubre de 2014. (© Wildlife Research Organization in Niigata)
Los encuentros con osos volvieron a aumentar considerablemente en 2019 y 2020, cuando la cosecha de hayucos se malogró durante dos años consecutivos. En 2020, los ataques de osos en Niigata causaron 20 víctimas, incluida una mortal. Entre 2019 y 2020 se capturaron y sacrificaron un total de 1.236 osos en la prefectura. Sin embargo, una encuesta realizada por la prefectura en 2021 arrojó una estimación de la población de 1.300 ejemplares. Con una tasa de crecimiento natural relativamente alta (15-16 %), la población de osos negros de Japón se mantiene estable incluso bajo la presión de las matanzas selectivas.
Robles marchitos y una nueva clase de osos
El factor más importante que empuja a los osos a los espacios habitados por los seres humanos es la escasez de frutos secos, que les proporcionan nutrientes vitales antes de la hibernación. Los osos negros de Japón son especialmente aficionados a los hayucos, pero la mayor abundancia de hayas solo se produce una vez cada cinco años, aproximadamente (una estrategia que aumenta, según se cree, las posibilidades de supervivencia de los árboles al reducir las poblaciones de animales que los consumen). Otros alimentos básicos de la dieta otoñal de los osos son dos especies de roble japonés: el konara (Quercus serrata) y el mizunara (Quercus crispula). Desgraciadamente, la enfermedad del decaimiento del roble ha causado estragos en estos árboles en la prefectura de Niigata.
Ese decaimiento del roble, infección fúngica transmitida por el escarabajo ambrosía del roble (Platypus quercivorus), ha diezmado los robles maduros de las áreas satoyama (espacios donde conviven las personas y la naturaleza) que rodean muchas de las comunidades rurales de Japón. En Niigata, se estima que esta enfermedad del roble ha matado el 70 % de los konara y entre un 20 y un 30 % de los mizunara. Las hayas, más resistentes, son inmunes a la plaga, pero la pérdida de bellotas afecta gravemente a los osos durante los años de escasa producción de hayucos. Como resultado, estos animales descienden a los asentamientos humanos en busca de caquis, castañas, nueces y otras fuentes de alimento “humanas” disponibles allí.
Estas circunstancias están dando lugar a una nueva clase de “osos urbanos” que viven en las inmediaciones de las zonas residenciales.
Las osas suelen dar a luz en invierno, durante la hibernación, y luego hibernan con sus cachorros el invierno siguiente. Durante más de un año, los cachorros permanecen cerca de su madre, aprendiendo cómo y dónde buscar alimento. Los osos jóvenes que han aprendido a buscar alimento en los asentamientos humanos y sus alrededores suelen establecer allí su hogar en lugar de regresar a su hábitat original en las montañas.
El declive de las zonas satoyama
Esta situación no es en absoluto exclusiva de la prefectura de Niigata. Prácticamente todas las regiones que han informado de problemas importantes con los osos este año comparten las siguientes condiciones.
(1) La población de osos se subestimó en el pasado debido a la falta de datos científicos.
(2) El sacrificio de osos en el marco del plan prefectural de control de la fauna silvestre fue insuficiente para controlar la población en aumento, en parte porque ese plan se basaba en estimaciones incorrectas.
(3) La despoblación y el envejecimiento demográfico de las comunidades montañosas, junto con la disminución de la tala de árboles, han dejado la zona satoyama circundante sin gestionar y cubierta de maleza, y el decaimiento del roble y otros factores han reducido las fuentes de alimento de los osos en la naturaleza.
(4) En respuesta a los cambios en su entorno de alimentación, los osos se han aventurado en los asentamientos humanos en busca de comida, y un número cada vez mayor se ha establecido en las inmediaciones.
Alrededor del 66 % del archipiélago japonés está cubierto de bosques. De esa superficie, el 40 % es de plantación artificial (en su mayoría cedros japoneses), mientras que el 60 % restante es de bosque de hoja ancha, o latifoliado. Tradicionalmente, las zonas boscosas que bordean las comunidades rurales de montaña se gestionaban de forma sostenible para proporcionar leña y otros recursos. Este estilo de gestión creó espacios boscosos satoyama luminosos y aireados.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se talaron grandes extensiones de bosque latifoliado (el hábitat natural de los osos) y se replantaron con cedro japonés de rápido crecimiento para aumentar el suministro de madera. Además, la vegetación oscura y densa comenzó a apoderarse de la zona satoyama abandonada, creando canales entre las montañas y las aldeas situadas bajo ellas, y facilitando que los animales salvajes se adentraran en los espacios habitados por los seres humanos.
Durante el periodo Edo (1603-1868), la gestión de la fauna silvestre era un servicio público prestado por las aldeas, que levantaban vallas alrededor de los campos y asignaban personal para proteger la comunidad de los animales salvajes que amenazaban a las personas, las propiedades o los cultivos. Además, el área de distribución de esos animales se limitaba en gran medida a los bosques de montaña, ya que las áreas satoyama, abiertas y aireadas, creaban una especie de zona de amortiguación entre las aldeas y el hábitat natural de los animales salvajes. En los últimos tiempos, el abandono de las áreas satoyama y la expansión de bosques densos y salvajes han creado las condiciones perfectas para que se intensifique el conflicto entre las personas y la fauna silvestre.

Tierras agrícolas abandonadas en Kitahiroshima, prefectura de Hiroshima, junio de 2022. (© The Japan Agricultural News / Kyōdō)
Se busca: un programa nacional para la gestión de la fauna silvestre
Como hemos visto, la actual crisis de los osos procede de la conjunción de varias circunstancias. Se necesitará un enfoque científico multidisciplinar para limitar los daños y lesiones causados por los osos sin diezmar su población. Las principales medidas necesarias son las siguientes:
(1) Estudios científicos para determinar con mayor precisión la población local de osos y su tasa de crecimiento.
(2) Control de la población mediante la caza selectiva sistemática en zonas donde la población está creciendo.
(3) Eliminación de los osos que hayan establecido su hogar cerca de asentamientos humanos, mediante medios como trampas y manipulación del comportamiento.
(4) Creación de zonas de amortiguación alrededor de los asentamientos humanos.
(5) Restauración de los robles para proporcionar una fuente de alimento más fiable.
La restauración de los robledales es una tarea especialmente importante. Para recuperar los mizunara y konara que se han perdido a causa del decaimiento del roble, será necesario llevar a cabo acciones continuadas, como programas de replantación y cuidado de los árboles en las zonas deforestadas.
Solo hay unos 200.000 cazadores con licencia en Japón, y la mayoría de ellos tienen 60 años o más. Esta mano de obra cada vez más escasa ya tiene bastante trabajo ayudando a los Gobiernos locales a controlar las crecientes poblaciones de jabalíes y ciervos para cumplir el objetivo del Ministerio de Medioambiente de sacrificar unos 680.000 animales al año. Ahora los osos negros han comenzado a invadir incluso los espacios urbanos de Japón. Debemos empezar a abordar la gestión de la fauna silvestre como una cuestión de política nacional, en lugar de como un problema aislado que se limita a las comunidades montañosas remotas.
El reto de proteger la vida y los bienes humanos, y apoyar al mismo tiempo los ecosistemas naturales, está directamente relacionado con el objetivo de mantener y revitalizar las valiosas comunidades regionales de Japón. Al igual que la revitalización regional, la gestión de la fauna silvestre exige un esfuerzo concertado y sistemático a nivel nacional. Todos nosotros, individual y colectivamente, debemos hacernos responsables del problema y prestar nuestro apoyo a los programas gubernamentales de control de la población y restauración forestal, junto con el desarrollo de recursos humanos para aplicar estas políticas.
(Publicado originalmente en japonés el 25 de noviembre de 2025. Imagen del encabezado: un oso negro asiático se da un festín de caquis junto a una casa en la localidad de Iwaizumi, prefectura de Iwate, el 17 de noviembre de 2025 - © Iwate Nippō/Kyōdō.)