La cultura contemporánea se globaliza

Un paseo por Chōfu, el barrio del mangaka Mizuki Shigeru

Turismo Manga

Mizuki Shigeru nació hace cien años y pasó la mayor parte de su vida en Chōfu, en las afueras del oeste de Tokio, donde creó una de sus historias más famosas de manga, Ge Ge Ge no Kitarō. Recordamos el profundo amor de Mizuki por la naturaleza y los espíritus yōkai con un paseo por su barrio.

Un narrador encuentra su lugar en el oeste de Tokio

Mizuki Shigeru (1922-2015) es uno de los dibujantes de manga más famosos y respetados de Japón. Aunque es más conocido por Ge Ge Ge no Kitarō y otras obras de temática yōkai, también publicó otros títulos sobre historia del mundo y de Japón, a menudo con elementos autobiográficos.

Mizuki Shigeru en 2010. (© Jiji Press)
Mizuki Shigeru en 2010. (© Jiji Press)

Mizuki nació y creció en Sakaiminato, en la prefectura de Tottori, y se mudó a Chōfu en 1959, un año después de debutar como artista de manga en el mercado kashihon (alquiler de libros), entonces en boga. En aquella época Chōfu se había convertido en una de las zonas más grandes de Tokio. Antaño un pequeño pueblo, se había expandido con rapidez tras el Gran Terremoto de Kantō de 1923, tras el cual muchas personas y negocios se trasladaron a los suburbios. Allí Mizuki encontró el ambiente ideal para crear sus historias.

El tema principal de Ge Ge Ge no Kitarō y otros mangas de yōkai es la necesidad de la humanidad de coexistir con la naturaleza y las múltiples criaturas (naturales y sobrenaturales) que habitan este mundo. Algunas de ellas pueden ser invisibles, pero los humanos siempre hemos imaginado cosas invisibles para nuestros sentidos, después de todo. Mizuki siempre decía que había notado un descenso catastrófico de los yōkais en las zonas urbanas con mayor aglomeración humana y menos naturaleza, donde los cinco sentidos se veían sobreestimulados y las personas habían perdido la capacidad de imaginar. Los yōkais, por otro lado, suelen prosperar en áreas poco pobladas con muchos árboles y fuentes de agua. Por eso a Mizuki le encantaba Chōfu.

Hoy día se tarda menos de veinte minutos en llegar a Chōfu desde la estación de Shinjuku usando el servicio exprés de la línea Keiō. El colorido autobús Kitarō Bus ofrece varias rutas que parten de la estación, y te puede llevar a cualquier parte; pero la mejor forma de explorar la ciudad es a pie.

De cualquier modo, nuestra primera parada está muy cerca de la estación.

Lugares relacionados con Mizuki al norte de la estación

Kitarō y Medamaoyaji dan la bienvenida a los clientes.
Kitarō y Medamaoyaji dan la bienvenida a los clientes.

Tenjin-dōri puede parecer en un principio una típica calle comercial, pero pronto descubriremos que la pueblan estatuas de varios personajes del gran éxito de Mizuki Ge Ge Ge no Kitarō. Nezumiotoko (Hombre-rata) descansa tumbado sobre un banco, Nekomusume (Chica-gata) monta sobre Ittanmomen (Rollo de algodón) encima de un transformador, y Kitarō da la bienvenida a los clientes y transeúntes en la entrada de la calle. Los instalaron en 1991, gracias a una propuesta del propio Mizuki, quien al parecer solía hacer compras en dicha calle. Incluso ahora el lugar mantiene una atmósfera relajada. No muy lejos de la calle se alza un edificio un tanto soso, donde se encuentra Mizuki Productions, la empresa que administra la enorme producción creativa del artista y planifica nuevos proyectos de manga y anime.

Nezumiotoko se relaja en un banco.
Nezumiotoko se relaja en un banco.

En su extremo norte Tenjin-dōri se convierte en el camino de acceso a Fuda Tenjin, un santuario sintoísta muy antiguo, rodeado de árboles, que se dice fue construido en el siglo I, durante el reinado del emperador Suinin. Resulta increíble que un lugar tan tranquilo se pueda encontrar a tan solo cinco minutos a pie de la estación de Chōfu. Además de ser un famoso enclave para los turistas de lo espiritual, Fuda Tenjin es popular entre los seguidores de Kitarō como seichi junrei: destino de un peregrinaje otaku. Según la versión original de la saga yōkai, titulada Hakaba Kitarō (Kitarō del cementerio), el bosquecillo del santuario es también el lugar en el que Kitarō vive, supuestamente.

El pabellón principal del Fuda Tenjin.
El pabellón principal del Fuda Tenjin.

Tras hacer nuestras oraciones y comprar un omikuji (una tira de papel en la que se revela nuestra fortuna), continuamos nuestro paseo hacia el norte, cruzando un bonito río local, el Nogawa, y pasamos junto a muchos arrozales, huertos y pequeñas tiendas por el camino.

Al norte hasta un antiguo templo

Tras un paseo de quince minutos llegamos a Jindaiji, uno de los templos budistas más conocidos y hermosos de Tokio. Fundado en el 733, es el segundo más antiguo de la capital, tras Sensōji, en un distrito central de Asakusa. El amplio recinto de Jindaiji cuenta con varios edificios, incluyendo algunas estructuras transportadas al lugar desde tres grandes templos que existieron en el periodo Edo (1603-1868), además de una estatua de Buda que se remonta al periodo Asuka (593-710) tardío.

Entre las muchas atracciones del templo se halla un jardín botánico nada más subir la colina, y un cementerio de animales de mórbido encanto, así como una calle protegida del sol por los árboles y repleta de restaurantes que sirven soba, una especialidad local. Pero los aficionados al manga preferirán sin duda visitar el Kitarō Chaya, una peculiar cafetería y tienda de recuerdos que sirve como ejemplo perfecto de cómo se mezclan a menudo lo sagrado y lo profano en los templos budistas de Japón. La estructura retro de madera tiene más de cincuenta años, y es una de las primeras cosas que se ven al llegar por el camino hacia la puerta principal del templo. Aquí podemos disfrutar del mundo de fantasía de Mizuki en sus diversos aspectos. La cafetería tiene una atmósfera nostálgica que recuerda al Japón de la era Shōwa (1926-1989). En ella podemos comprar productos de temática yōkai y probar su fantasmal menú, que incluye delicias tales como un dulce zenzai de castaña de Medamaoyaji (Papi globo ocular, confeccionado cociendo judías rojas en azúcar) o el oden de miso llamado Nurikabe (Pared pintada): un trozo de konnyaku mojado en salsa dulce de miso. Existe también una galería donde se muestran valiosas ilustraciones de Mizuki.

Kitarō Chaya, en Jindaiji.
Kitarō Chaya, en Jindaiji.

Mizuki solía ir a Jindaiji para sentirse en comunión con los animales, los pájaros, las deidades budistas y hasta sus adorados yōkais. Envueltos por el espléndido bosque antiguo de Jindaiji, podemos sentir el poder y calor de la naturaleza. Solo hay que mirar en derredor, y quizá lleguemos a ver incluso a Kitarō asomándose tras uno de los árboles.

Yōkai junto a la estación

Quienes deseen experimentar más del mundo de Mizuki tendrán ahora que desandar sus pasos y caminar de vuelta a la estación. Un elemento reciente en el paisaje yōkai de Chōfu es Kitarō Hiroba (plaza Kitarō). Inaugurada en 2019 a medio camino entre Chōfu y Nishi-Chōfu de la línea Keiō, en un terreno liberado cuando las vías del tren pasaron a estar bajo tierra en esa parte del trayecto, esta zona de recreo cuenta con yōkais y estatuas de personajes, así como equipamiento para que los niños más jóvenes jueguen, incluida la casa de Kitarō, con tobogán y todo, y el banco de Ittanmomen. La plaza y sus instalaciones fueron creadas y se mantienen ahora gracias a donaciones privadas mediante micromecenazgo.

El estanque de Kappa no Sanpei (que no es un estanque de verdad, por desgracia) se añadió este año para celebrar el 60.º aniversario de la publicación de otra obra original de Mizuki. Kappa no Sanpei es un manga sobre un chico llamado Sanpei que se parece a un kappa, un travieso yōkai del agua. Un día Sanpei se encuentra a un kappa real, con el que comienza a conocer ese mundo mitológico. Este cómic, retrato de un mundo idílico en el que humanos, animales y yōkais coexisten en paz viviendo juntos en las montañas, está considerado una de las obras maestras de Mizuki.

El estanque Kappa no Sanpei en Kitarō Hiroba.
El estanque Kappa no Sanpei en Kitarō Hiroba.

Una visita a la tumba de Mizuki

Nuestro paseo por el Chōfu de Mizuki termina en Kakushōji, un templo que pertenece a la secta Jōdo Shinshū. En él encontraremos la tumba de Mizuki. Kakushōji constituye una filial de Edo-Asakusa Gobō, un templo construido en Asakusa durante el periodo Edo pero destruido en un incendio que afectó a la ciudad entera en 1657, antes de que el shogunato le cambiara el nombre a Honganji y lo reubicara en un terreno reclamado, en el distrito de Tsukiji. El propio templo de Kakushōji se hallaba en un principio en otro distrito de Chōfu, pero en 1944 las autoridades militares, que planeaban construir un aeródromo en la zona, ordenaron que se trasladara a su lugar actual, junto a dos templos adyacentes: Chōsenji y Kōgakuji. La sala principal actual se construyó en 2001, mientras que la sala vecina de huéspedes se construyó en 2007.

La tumba de Mizuki se encuentra fácilmente entre el mar de simples lápidas grises porque la flanquean dos estatuas: una de Kitarō y otra de Nezumiotoko. La lápida en sí lleva grabadas las palabras Namu Amida Butsu, que se podrían traducir como “Sálvame, Amida Buda”. Otros yōkais adornan el bajo muro de piedra que rodea la tumba por tres lados. Entre ellos podemos reconocer a Nekomusume y otros personajes populares.

A un tiempo adorable y aterradora, la tumba de Mizuki se ve constantemente atestada por una gran variedad de regalos (las típicas flores junto a montones de dulces, chucherías e incluso refrescos y cerveza en lata) ofrecidos por los muchos aficionados que visitan el lugar desde todas partes del país.

La tumba de Mizuki en el recinto del templo Kakushōji.
La tumba de Mizuki en el recinto del templo Kakushōji.

La tumba se construyó, de hecho, en 1987, cuando Mizuki aún no había cumplido los setenta. Según el sacerdote jefe de Kakushōji, el artista planeaba en aquella época visitar Papúa Nueva Guinea, donde estuvo a punto de morir durante la Segunda Guerra Mundial y donde hizo amistades entre los habitantes. Mizuki quería llevar a cabo ciertas investigaciones sobre las creencias espirituales del lugar; su esposa, Nunoe, estaba preocupada por su salud y sugirió que encargara una lápida, por si acaso.

Pese a que la familia de Mizuki pertenecía a la escuela budista Sōtō, él eligió Kakushōji como lugar final de descanso. Visitaba el templo a menudo tras realizar su paseo diario porque le gustaba el ambiente. La sala principal se encuentra junto a un grueso árbol, y hay que bajar por un estrecho pasaje para llegar al cementerio, en la parte trasera del templo. Ahí es donde Mizuki sentía, probablemente, la presencia de sus queridos yōkais.

(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: Hitotsumekozō, el “chico de un solo ojo”, se sienta en un banco para asustar a los transeúntes. Todas las imágenes © Gianni Simone © Mizuki Production.)

manga Tokio mangaka Mizuki Shigeru Yōkai