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‘Gekkō Kamen’: el encuentro entre las revistas infantiles y la televisión
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El nacimiento de la película para televisión Gekkō Kamen
En febrero de 1958, cinco años después del inicio de las emisiones de televisión en Japón, comenzó a emitirse Gekkō Kamen (Máscara de luz de luna / Capitán Centella), un programa de películas para televisión de producción nacional (lo que hoy en día se ha convertido en teleseries) muy representativo de los inicios de la televisión japonesa. Con una máscara blanca y gafas de sol que ocultan su rostro, y una capa que ondea al viento mientras acelera en su motocicleta, Gekkō Kamen se enfrenta al mal bajo su proclama “No odiemos, no matemos; perdonemos”. Su imagen es la de un “superhombre versión japonesa”, una modernización del Kurama Tengu de Osaragi Jirō.
Inicialmente se emitía en KRT (Radio Tokyo Television, actual TBS) de lunes a sábado a las 6 de la tarde durante 10 minutos. En ese horario los niños desaparecían de patios de recreo, baños públicos y otros lugares y se sentaban frente al televisor de sus casas o las de sus amigos. Se hicieron muy populares las cartas de juego y máscaras con personajes de Gekkō Kamen, y muchos niños correteaban con su furoshiki (tela para envolver paquetes) como capa, simulando que su bicicleta era la motocicleta del protagonista, y con una pistola de juguete en la mano.
El guion era obra de Kawauchi Kōhan, quien más tarde escribiría letras para canciones exitosas como Ofukuro-san de Mori Shin’ichi. La mayoría del equipo de la serie no tenía experiencia, y para el director Funatoko Sadao también fue la primera obra. El programa fue un gran éxito, alcanzando un índice de audiencia máximo del 60,7 %. Continuó hasta julio de 1959, en un horario diferente. En 1958, se convirtió también en película de cine, considerado el rey del entretenimiento en ese momento, y se llegaron a producir un total de seis filmes, protagonizados por Ōmura Fumitake, en el corto período hasta 1959.
El éxito de la adaptación al manga en revista mensual
Dado el auge de la obra, la revista mensual para chicos Shōnen Club solicitó la adaptación al manga de Gekkō Kamen. Para el dibujo se contrató al joven artista de manga Kuwata Jirō, quien había tenido un gran éxito con Maboroshi tantei (El detective fantasma) en una revista rival. La serialización comenzó tres meses después del inicio de la emisión televisiva. La estrategia de la redacción de seguir fielmente el Gekkō Kamen de la televisión resultó acertada, y la tirada de Shōnen Club experimentó un gran aumento. También obtuvieron mucho éxito al publicar en formato tankōbon (volumen recopilatorio) la serialización, algo que en aquel entonces no era muy frecuente.

Volumen recopilatorio de la adaptación al manga de Gekkō Kamen. (Fotografía del departamento editorial de nippon.com)
Ante la intensa competencia por ganar lectores, las revistas rivales también siguieron el ejemplo. Todas se lanzaron a adaptar teleseries al manga. Cada cadena de televisión, a raíz del éxito de Gekkō Kamen, empezó a centrarse en la producción de películas infatiles para televisión, y tanto las televisiones como las revistas juveniles entraron en una especie de batalla de alianzas.
Alrededor de 1960, por ejemplo, Yūsei ōji (El príncipe planeta), de Nippon Television, y Kaiteijin 8823 (El hombre submarino 8823), de Fuji Television, fueron adaptados al manga en la revista Shōnen de Kōbunsha, mientras que Nanairo Kamen (La máscara de siete colores) y National Kid de NET (la actual TV Asahi) se adaptaron en Bokura de Kōdansha. Se dice que National Kid, entre otras, ayudó a duplicar la tirada de Bokura.
Dos nuevos medios se unen e impulsan su crecimiento
Ya antes de la guerra había vínculos entre el manga y otros medios. La compañía de teatro Takarazuka Revue adaptó en 1924 a teatro el manga serializado Shō-chan no bōken (Las aventuras de Shō-chan) de la revista fotográfica Asahi Graph. Tōa Kinema también lo adaptó al cine. En la posguerra, Shōnen ōja (El joven rey) de Yamagawa Sōji, popular en el teatro de papel callejero (kamishibai), fue publicado en tankōbon por Shūeisha y se convirtió en un éxito de ventas.
Sin embargo, Gekkō Kamen fue probablemente el primer caso de éxito rotundo en el que el manga se unió a otro medio con el obvio objetivo de ganar lectores. A partir de este momento, las dos nuevas culturas, el manga y la televisión, experimentaron un rápido crecimiento producto de un efecto sinérgico.
En aquella época, aparecían y se renovaban sin cesar todo tipo de revistas mensuales infantiles, intensificando la competencia. Shōnen Club (Kōdansha), que publicaba Gekkō Kamen, había mantenido el mismo nombre desde antes de la guerra, pero lo cambió en 1946. Ese mismo año se lanzaron Shōnen (Kōbunsha) y Manga Shōnen (Gakudōsha). En 1948, apareció en las librerías Bōken Katsugeki Bunko (Biblioteca de acción y aventura) de Meimeisha (la actual Shōnen Gahōsha), que más tarde se convertiría en Shōnen Gahō (Revista gráfica para chicos). En 1949 llegaron Shōnen Shōjo Bōken Ō (El rey de la aventura para chicos y chicas) de Akita Shoten y Omōshiro Bukku (Libro interesante) de Shūeisha. Para las chicas, en 1951 comenzó Shōjo bukku (Libro para chicas) de Shūeisha (la actual Ribon), y en 1955 se lanzó Nakayoshi (Buenas amigas) de Kōdansha, todas ellas compitiendo por aumentar sus cifras de tirada.

Revistas infantiles que adaptaron películas para televisión al manga y se involucraron en la competencia por aumentar su tirada. (Imagen proporcionada por el autor)
Cada revista se componía principalmente de novelas, ensayo y fotografías de estrellas de cine o deportistas, siendo el manga un elemento secundario. Según el número de septiembre de 1955 de Manga Kenkyū Tsūshin (Boletín de investigación de manga), la proporción de manga en las revistas infantiles, tanto para chicos como para chicas, era de cerca de un 20 %. En la práctica, sin embargo, las editoriales incluían múltiples suplementos de manga en formato pequeño (tamaño B6) de unas 36 páginas.
Aunque el manga estaba considerado culturalmente por debajo de la narrativa y las fotografías, visto a veces como un “trampantojo para niños”, su popularidad era excepcional. En la competencia por aumentar la tirada se convirtió en una presencia que no podía ser ignorada.

Obras de manga que llegaron a los hogares como suplementos de revistas infantiles. (Fotografía proporcionada por el autor)
La televisión también experimentaba un rápido crecimiento. Al inicio de las emisiones en 1953, NHK solo tenía 866 contratos de recepción, y la mayoría de los japoneses veía televisiones callejeras instaladas frente a las estaciones de tren u otros lugares. Dos años después, en 1955, cuando KRT comenzó sus emisiones, NHK alcanzó los 100.000 contratos. Al año siguiente, en 1956, se inauguraron cadenas privadas en Osaka y Nagoya, y por todo el país se fueron abriendo más estaciones. En 1958 NHK superó el millón de contratos, y a finales de año se completó la Torre de Tokio. La presencia de la televisión en los hogares crecía rápidamente.
No obstante, la televisión era ridiculizada como “kamishibai (teatro de papel) eléctrico”, y las cinco principales compañías cinematográficas del país, de forma conjunta, restringieron la emisión de películas antiguas y la aparición de actores exclusivos en televisión, lo que la posicionaba culturalmente en un estrato inferior.
Por esta época, el flujo de manga a televisión también se hizo más activo. En 1957 el popular manga histórico Akadō Suzunosuke (Suzunosuke de la armadura roja), serializado en Shōnen Gahō, fue adaptado como drama radiofónico, y KRT y Osaka Television produjeron por separado, además, teleseries en directo. En 1959, KRT adaptó a película para televisión el manga de detectives Maboroshi tantei (El detective fantasma) de Kuwata Jirō, el mismo artista que dibujara Gekkō Kamen. En Fuji Television se adaptó como teleserie el manga de detectives Shōnen jet (Chico jet) de Takeuchi Tsunayoshi, el mismo autor de Akadō Suzunosuke. Con la emisión en televisión, el reconocimiento del manga también aumentó.
Crecimiento por efecto sinérgico
Se podría decir que el manga japonés, al coincidir su período de auge con la aparición de la televisión, experimentó un desarrollo rápido.
Los dos nuevos medios compartían las características de apelar a lo visual y de poderse disfrutar en el hogar. Ambos coincidían también en verse culturalmente infravalorados a pesar de su popularidad masiva. El manga, con las revistas mensuales infantiles y sus suplementos como plataforma, adaptó contenidos de la televisión o le proporcionó contenidos a la misma, ganando así un gran número de seguidores.

La televisión se extendió rápidamente a los hogares japoneses en la década de 1950. (Pixta)
Hoy en día, casi 70 años después de Gekkō Kamen, el manga se ha convertido en una industria de gran peso, siendo habitual que proporcione material original para la televisión y el cine.
Sin embargo, para que el manga alcanzara el estatus actual fue necesario recorrer un camino aún más largo, que incluyó la aparición de revistas semanales infantiles como Shūkan Shōnen Sunday y Shūkan Shōnen Magazine, así como la verdadera mezcla de medios con la televisión a través del anime.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Gekkō Kamen, el origen de los programas de héroes japoneses, y los niños. La adaptación a manga también fue un éxito. 1958, un estudio en Tokio - Kyodo.)