Una historia de la diplomacia del té con la que Japón sorprendió al mundo
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El debut japonés en la Exposición Universal de París de 1867
El 13 de abril de 2025 se inauguró la Expo Osaka-Kansai bajo el tema “Diseñar la sociedad futura para nuestras vidas”. En ella participan 159 países y territorios, Japón entre ellos, y estará abierta hasta el 13 de octubre. La Expo de Osaka en 1970 fue la primera celebrada en Asia, y desde entonces Japón ha sido sede de la exposición universal en seis ocasiones.
El origen de este tipo de evento viene de una exposición de productos franceses en Londres organizada en 1475 por el rey de Francia en aquel momento, Luis XI. La historia de las exposiciones universales modernas como espacios donde se reúnen los productos más novedosos y típicos de los países y escenario de negociaciones e intercambios internacionales comenzó en 1851, con la primera expo celebrada en Londres.
El presente libro abarca desde la segunda Expo de París, en 1867, la primera en la que participó Japón, hasta la de Chicago, celebrada entre 1933 y 1934; es decir, el periodo moderno. A través de artículos de periódico de la época, entre otros muchos materiales documentales, y visitas a los antiguos lugares de las exposiciones universales, los autores nos desvelan cronológicamente la profunda relación que existe entre estos eventos y el té japonés.
El origen del wakōcha, el té negro japonés: un producto para el extranjero
La segunda exposición universal de París, en 1867, fue organizada por Napoleón III, emperador de Francia. El Gobierno de Edo envió como representante a Tokugawa Akitake, hermano menor del decimoquinto shōgun Tokugawa Yoshinobu. Shibusawa Eiichi, conocido como el padre de la economía moderna de Japón, también formaba parte de esta delegación. A petición del Gobierno shogunal, los dominios de Satsuma y Saga participaron en la expo, hecho que ha quedado registrado en esta obra.
Dentro del pabellón japonés se instaló una casa de té que causó gran revuelo en París y que se hizo merecedora de la medalla de plata por parte de Napoleón III. En ella también se exponía té japonés. Se trata de una ocasión digna de recordar, ya que aquí nació la relación entre las exposiciones universales y el té japonés.

Mujeres japonesas en la casa de té del pabellón de Japón durante la segunda exposición universal de París en 1867. Registro en la obra. (Album/Quintlox/Kyodo Images)
En la exposición universal de Viena en 1873, cinco años después de la Restauración Meiji, fue presentado un té negro producido en la prefectura de Saga. En Japón se consume principalmente té verde sin fermentar, pero en la segunda exposición universal de París Japón obtuvo la información de que si se buscaba exportar el producto a Europa sería mejor un té negro de fermentación, y la prefectura de Saga comenzó a producir ese tipo de té. A partir de la expo de Viena, el wakōcha, o té negro japonés (de fabricación nacional) comenzó a fabricarse en varias regiones de Japón. Los autores señalan que el wakōcha nació, de ese modo, gracias a las exposiciones universales.
Vale la pena mencionar que Saga (entonces Hizen), lugar de origen del wakōcha, es también la tierra de Baisaō, el padre del senchadō, un estilo de ceremonia del té que data de mediados del periodo Edo.
Masuda Takashi y Okakura Tenshin presentan la ceremonia del té
El sadō, elemento clave de la cultura del té japonés, también se dio a conocer al mundo a través de las exposiciones universales. La exposición de Filadelfia de 1876 se celebró en conmemoración del centenario de la independencia de Estados Unidos. En el catálogo en inglés de los productos enviados por Japón se incluían tres explicaciones sobre cha-no-yu, la ceremonia del té. Los autores señalan que se trata de los primeros documentos oficiales en este idioma en los que se habla de la ceremonia del té.
En 1878, para la tercera Expo de París, se añadió una explicación en francés de la historia de la ceremonia del té y en el centro del pabellón de Japón se instaló una sala de té (chashitsu). En esta obra se señala que la construyeron tres carpinteros enviados desde Japón por Masuda Takashi (1848-1938), fundador de la firma comercial Mitsui. Masuda también era un maestro del té, conocido por su nombre artístico, Donnō.
Okakura Tenshin (1863-1913), famoso autor de El libro del té, presentó en dos exposiciones universales la cultura japonesa de esta bebida. En el pabellón Hōō de Japón, construido para la Expo de Chicago en 1893, había una explicación en inglés de Okakura sobre la sala chashitsu, y en la Expo de Saint Louis de 1904 dio una conferencia sobre cha-no-yu en la que habló de las cualidades artísticas de esta ceremonia.
Las “chicas del té” y el papel de las japonesas residentes en Estados Unidos
Tanto la participación japonesa en las exposiciones universales como la cultura del té en las mismas buscaban promover la exportación de este producto como parte de las políticas nacionales de Japón, pero también tuvieron un efecto secundario: dar a conocer la cultura japonesa al mundo. En este libro queda de manifiesto el papel que tuvieron las japonesas a tal efecto.
Para atender la casa de té con la que Japón debutó en la segunda Expo de París, llegaron directamente desde Japón tres geiko (el término usado en Kioto para referirse a una geisha). En ese entonces los franceses sabían muy poco de las mujeres japonesas, por lo que la curiosidad atrajo a muchísimas personas.
Para la exposición universal de San Francisco, en 1915, se construyó una casa de té japonesa con unas dimensiones de unos 298 metros cuadrados, hecha en su totalidad con madera de cedro. Desde Japón llegaron a San Francisco siete “chicas del té”, de entre 18 y 24 años, que trabajaron atendiendo a los visitantes. En la edición del 2 de febrero de 1915 del periódico local en japonés Nichibei Shinbun quedó registrado que las jóvenes habían llegado a San Francisco ataviadas con kimonos de furisode, y se detallaba que eran muchachas de familias de renombre que contaban con buena educación, y que entre ellas se encontraban las hijas de un funcionario gubernamental y de un coronel de la Armada.
En la Expo de Chicago de 1933 a 1934, diez jóvenes japonesas de segunda generación afincadas en Estados Unidos trabajaron como camareras en la casa de té. Las llamadas “chicas del té”, ataviadas con kimonos, aparecieron en postales y actuaron como primera línea de la publicidad del té japonés.
Para esta Expo de Chicago el maestro Donnō, en su deseo de que florecieran las relaciones amistosas entre Japón y Estados Unidos, mandó instalar una cafetería amueblada de nombre Rinkōtei. La encargada de la ceremonia del té era una joven de 20 años, hija de un médico cirujano, que llegó de Japón. En el libro se presentan algunas fotos del momento.
Las exposiciones universales de EE. UU. elevan la popularidad del té japonés
Durante el Periodo Colonial uno de los productos internacionales de mayor importancia era el té. China dominaba el mercado mundial como productor original exportando su té verde, su té oolong semifermentado y un té negro producido para su exportación a Estados Unidos y Europa. El imperio británico, que dependía de las importaciones chinas, desafió esta hegemonía a través del cultivo a gran escala de té de la variedad assam en colonias como India y Ceilán (ahora Sri Lanka).
Desde finales del periodo Edo hasta la época imperial Japón exportó principalmente té verde a Estados Unidos. Tras la guerra sinojaponesa de 1894, Taiwán se convirtió en colonia japonesa y su té oolong llegaba a Estados Unidos vía Japón. En este libro también se habla detalladamente de una casa de té taiwanesa que fue instalada en las exposiciones de Saint Louis, San Francisco y París, entre otros eventos.
Estos detalles de la historia moderna del comercio del té las narra Robert Hellyer, descendiente del fundador de la firma comercial Hellyer a cargo el comercio de té en Japón, e historiador de la edad moderna y contemporánea de Japón, en su obra Green with Milk and Sugar: When Japan Filled America’s Tea Cups (Verde con leche y azúcar: cuando Japón llenaba las tazas de Estados Unidos), y se mencionan en la presente obra. Según el libro de Hellyer, desde la segunda mitad del siglo XIX el té verde japonés empezó a ser ampliamente aceptado en la zona del Medio Oeste de Estados Unidos, al grado que Japón comenzaba a ser conocido como el “país del té verde”. Hellyer llega a la conclusión de que el té verde se fue reconociendo en lugares del Medio Oeste tales como Chicago y Saint Louis a través de las recurrentes exposiciones universales.
Sin embargo, con el ataque a Pearl Harbor y el comienzo de la Guerra del Pacífico, la diplomacia del té de Japón desapareció. La caída del imperio japonés en 1945 trajo consigo el fin de la enorme ambición de preguerra de conquistar el mercado internacional del té.

Prueba de uno de los eventos de la Expo Osaka-Kansai. La mascota Myaku-Myaku recibe a los visitantes - Yumeshima, distrito de Konohana, ciudad de Osaka, 5 de abril de 2025. (Fotografía del autor de la reseña)
El libro termina señalando que las exportaciones de té japonés están volviendo a aumentar en años recientes.
En la Expo Osaka-Kansai se planean varios eventos relacionados con el té con los que se busca agasajar a los visitantes. Mención especial merece el pabellón Inochi no Asobiba Kurage Kan (Playground of Life), donde se materializa el componente espiritual del té. Resulta emocionante pensar que este es un nuevo punto de partida para la historia del té japonés en las exposiciones universales.
Kindai banpaku to cha sekai ga odoroita Nihon no kissa gaikō shi
(Las exposiciones universales modernas y el té – historia de la diplomacia del té con la que Japón sorprendió al mundo)
Editorial Tankōsha
Publicado el 20 de febrero de 2025
Formato A5, 226 páginas
Precio 2.200 yenes (impuestos incluidos)
ISBN: 978-4-473-04660-4
(Artículo traducido al español del original en japonés.)
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