El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era

El nombre de la nueva era y la esfera cultural del kanji

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Se ha levantado el telón de un nuevo periodo en la historia de Japón: la era Reiwa. ¿Qué sabemos sobre el Man’yōshū, el antiquísimo poemario japonés del que se ha extraído este nombre? Un experto nos ofrece algunas claves muy iluminadoras.

初春
気淑風

Shoshun no reigetsu ni shite
Ki yoku kaze yawaragu

Reiwa(令和), el nombre de nueva era de Japón, ha sido tomado de este pasaje del poemario Man’yōshū, recopilado a mediados del siglo VIII. El pasaje aparece en la sección “Ume no hana no utage” (“Banquete bajo los ciruelos en flor”, 32 poemas), comprendida en el Libro V del poemario. A veces, erróneamente, se dice que estos dos ideogramas han sido extraídos de uno de los poemas de la colección, cuando en realidad proceden del prólogo o comentario inicial a dicha sección, que está escrito en el estilo literario kanbun (literalmente, “frase” o “texto chino”) y que, en pocas palabras, evoca el buen tiempo y la suave brisa que hizo aún más placentera la reunión bajo los ciruelos en un día tan fausto como el del antiguo Año Nuevo. Del citado error se ha derivado otro, el de pensar que la elección de un texto japonés como fuente de inspiración para fijar el nombre de la nueva era ha sido influida por el deseo de Japón de apartarse de lo chino, lo cual es un desatino. No debemos olvidar que nosotros, hasta el momento presente, nos hemos situado siempre en la esfera cultural de los kanji o caracteres chinos, y que, en la misma medida en que Japón es el país del idioma japonés, es también un miembro más de dicha esfera o comunidad.

Japón no había desarrollado una escritura propia y fue aprendiendo a utilizar los caracteres o ideogramas chinos como pudimos por primera vez transmitir a las generaciones futuras nuestro pensamiento. Volviendo al pasaje inicial, procede de un texto que fue escrito en el año 730 por alguien que se encontraba en el dazaifu o centro político y administrativo de la isla de Kyūshū.

Frente al prólogo, escrito, como hemos dicho, al estilo chino, es decir, respetando el significado de cada ideograma, los poemas de la colección están escritos extrayendo de los caracteres chinos solamente su sonido y utilizando esos sonidos para ir formando palabras propiamente japonesas.

Veamos uno de los poemas. Presenta la siguiente sucesión de caracteres: 烏梅能波奈 伊麻佐家留期等 知利須義受 和我覇能曾能尓 阿利己世奴加毛. El primero significa “cuervo”, pero aquí su significado es irrelevante y solo interesa por su pronunciación, que es “u”. Lo mismo puede decirse del resto. Combinando todos ellos, obtenemos el siguiente poema, número 816 del Libro V, que fue escrito por Ono no Oyu, un personaje que entonces ocupaba un puesto como oficial en dicho centro administrativo:

Ume no hana
Ima sakeru goto
Chirisugizu
Wa-ga-ya no sono ni
Arikosenu ka mo

En japonés moderno, quedaría algo así:

Ume no hana yo
ima saite iru yō ni
dō ka somo mama chiranaide o-kure
Wa-ga-ya no sono ni
Zutto zutto saite ite o-kure

(¡Oh, flor del ciruelo,
que ahora estás en sazón,
no te deshojes jamás
y engalana eternamente
el jardín de mi casa.)

Esta grafía se denomina man’yōgana o “sistema silábico utilizado en el poemario Man’yōshū”. Para aquellos antiguos, que tenían el japonés por lengua materna, escribir en kanbun venía a ser lo mismo que para los modernos japoneses expresarse en inglés. Les servía para transmitir grosso modo lo que querían decir, pero no para las sutilezas de sus percepciones y sentimientos. Por el contrario, tomar ciertos ideogramas solo por su sonido y usarlos para graficar los sonidos del idioma japonés les permitía expresarse mucho mejor, pero entonces los textos adquirían una longitud desproporcionada. Estas cuitas concernientes a la expresión escrita de nuestro idioma nos han acompañado a los japoneses a lo largo de 1.300 años. Es para nosotros la “eterna asignatura pendiente”. Por cierto, ya en el prólogo del Kojiki (712), primer libro histórico-mitológico de Japón, su transcriptor o recopilador, Ō no Yasumaro, se hace eco de estas dificultades expresivas. Por lo visto, es el sino de todos los países y regiones del mundo que tratan de escribir sus lenguas maternas valiéndose de los ideogramas chinos.

El japonés actual sigue el método de escribir las palabras de origen chino, en la medida de lo posible, con sus kanji o ideogramas originales, e ir insertándolas en la frase japonesa expresada mediante el silabario hiragana. En Corea del Sur se hacía algo similar, pero en un momento de su historia se decidió dar un giro hacia el uso casi exclusivo de las letras hangul, ideadas expresamente para el idioma coreano, aunque tengo la impresión de que otra vez se está tratando de volver a un sistema mixto con hangul y kanji.

Separados por el mar, Japón y Corea están sin embargo unidos por ese mismo desafío que supone decidir qué papel otorgar a los ideogramas chinos en la expresión escrita de sus respectivos idiomas. Desde una perspectiva más amplia, los dos grandes países de la zona oriental de la gran esfera cultural del kanji. Así se lo suelo explicar a mis alumnos, a quienes insisto que, por encima de nuestras diferencias, japoneses y coreanos pertenecemos a esa misma esfera.

Fotografía del encabezado: Suga Yoshihide, secretario en jefe del Gabinete, presenta a los medios los dos ideogramas que forman la palabra Reiwa, nombre de la nueva era de Japón. (Fotografía: Jiji Press.)

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