El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era

El ‘Man'yōshū’ y la era Reiwa: Felicitaciones de Año Nuevo

Cultura

El de 2020 ha sido el primer Año Nuevo que nos ha deparado la era Reiwa. En el antiguo poemario Man'yōshū encontramos una escena en que un personaje, dirigiendo su respetuoso saludo hacia la Corte de Heijōkyō, se congratula de que el Año Nuevo venga acompañado de una auspiciosa señal.

Explica el Man'yōshū: “Es este un poema ofrecido durante el banquete en el que el gobernador de la provincia de Inaba celebraba el primer día del tercer año en su mansión, junto a sus vasallos principales”.

Y el poema, de Ōtomo-no-Yakamochi, que ocupa el lugar 4.516 del Vigésimo Libro, dice:

Aratashiki
Toshi no hajime no
Hatsuharu no
Kyō furu yuki no
Iyashike yogoto.

Atarashii
toshi no hajimari no
hatsuharu no
kyō furu yuki no yō ni…
yoi koto ga kasanareyo.
(Japónés moderno.)

Acumúlense sobre nosotros
abundantes bendiciones,
como la auspiciosa nieve
que cae este primer día del año,
de reciente primavera.

 

Puede ser una bandera, un monte, un río… a veces, hasta una simple piedrecilla puede constituirse en símbolo y cumplir su función como tal. Los símbolos trascienden el ámbito de las cosas concretas y abarcan igualmente a personas y hechos. El animal humano, en su devenir, crea todo tipo de símbolos, y es en ese entramado, en ese sistema de símbolos, donde encuentra su morada. Así lo afirman a lo largo y ancho de su obra filósofos y pensadores como el alemán Ernst Cassirer (1874-1945) o el francés Jean Baudrillard (1929-2007). Y vemos a nuestro alrededor que hasta las escuelas tienen sus insignias o banderas.

La función de los símbolos es hacernos pensar en un todo a partir de algo concreto. El mi- de la palabra mikado es un prefijo que acompaña a las cosas dignas de especial respeto. La otra parte de la palabra, kado, significa ‘puerta’ o ‘portal’ y, por extensión, ‘edificio’. Mikado significaría, pues, ‘sublime puerta’, ‘gran edificio’. Y partiendo de la imagen que nos forjamos de la persona que vive al otro lado de tal puerta, o en el interior de un edificio así, se llega, ya desde aquel lejano periodo histórico de Heian (794-1185), a la idea de tennō o Emperador de Japón. Porque era en la más espléndida mansión de la capital donde habitaba el Emperador. Entendiendo Japón como el ámbito cultural formado alrededor de la Casa Imperial, el blasón o escudo imperial es un crisantemo. Se cree que el diseño original era una representación del sol que más tarde adoptó un aspecto vegetal, de crisantemo, hasta que el simbolismo original fue olvidado.

¿Cómo se simbolizaba al Emperador durante los siglos VII y VIII? Se utilizaba el octógono. En aquella época, las tumbas de la familia imperial, llamadas misasagi, eran todas octogonales. Actualmente, todos los túmulos de esa forma se adscriben a la familia imperial. Se dice que la expresión yasumishishi, que aparece en antiguos poemas acompañando a modo de epíteto a hi-no-miko (sagrado hijo del Sol), es decir, a la figura del Emperador, significa precisamente ‘de ocho rincones’, es decir, ‘octogonal’, aunque no todos coinciden con esta interpretación. En todo caso, una vez constituido en símbolo de la Casa Imperial, el octógono deja de utilizarse como motivo en los blasones de otras casas. Es lo que ocurre con los símbolos.

La simbología que representa al Emperador mediante el octógono y a todo el mundo mediante los ocho rincones o ángulos ha llegado hasta nuestros días. Lo pudimos ver el 22 de octubre de 2019 cuando se celebró el sokuirei seiden no gi (literalmente, “rito en el salón principal para la ceremonia de entronización”). En esa ocasión, el nuevo Emperador apareció de pie en su trono o takamikura. Ocupando el centro del octogonal takamikura, el Emperador está proclamando su entronización.

Hay otro rito de salutación de Año Nuevo, llamado chōga, que es también un acto simbólico dedicado al Emperador. Tiene lugar el primer día del año y en él todos los vasallos concentran su saludo únicamente en el Emperador.

En el año 759, el noble y poeta Ōtomo-no-Yakamochi se encontraba en la nevada provincia de Inaba, actual prefectura de Tottori. La nieve de Año Nuevo era considerada un elemento auspicioso y, en su celebración, Yakamochi dirige un reverencial saludo a la lejana capital de Heijōkyō, donde se encuentra el Emperador. Vemos aquí la nieve simbólicamente convertida en un buen presagio.

Fotografía del encabezado: PIXTA.

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