El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era

El ‘Man’yōshū’ y la era Reiwa: Amantes del deporte confinados

Literatura Cultura

Desafortunadamente no hemos podido celebrar este año los esperados Juegos Olímpicos. La afición de los japoneses al deporte tiene una larga historia. En la lejana época del poemario Man’yōshū había un deporte que causaba furor. Sus aficionados se entregaban tan completamente a su práctica que el Emperador tuvo que tomar cartas en el asunto.

Ume-yanagi
suguraku oshimi
Saho no uchi ni
asobishi koto wo
miya mo todoro ni.

Que en japonés moderno sería:
Ume ya yanagi no
sakari ga sugiru oshisa ni...
Saho no uchi de
chotto asonda koto ga
Kyūtei mo todoroku bakari no ōsawagi ni (komatta!)

Con las últimas flores
del ciruelo y el sauce
salimos a los campos de Saho,
pero nuestro solaz
levantó tormentas en la Corte.

(Poema no atribuido a ningún autor, 949 del Libro VI)

 

Nuestros hipertrofiados Juegos Olímpicos contemporáneos afrontan ahora diversas dificultades. Competir es inherente a la naturaleza humana y seguiremos haciéndolo eternamente. Pero, por lo visto, estos juegos sostenidos por el capitalismo moderno se están convirtiendo ya en una “industria en declive”.

Competir en capacidad intelectual o en fuerza física. La competencia siempre nos ha apasionado. Pero ¿qué deportes apasionaban a nuestros personajes de aquel lejano siglo VIII?

Pues el hockey. El hockey tuvo su origen en la antigua Persia. A Europa pasó en forma de polo y en China se convirtió en el daqiu. Consistía, en pocas palabras, en divertirse golpeando una pelota. Los antiguos japoneses tradujeron a su lengua el significado de la palabra china y obtuvieron mariuchi (bola+golpe). El mariuchi causó sensación. La gente que se congregaba en los campos de Kasugano, a las afueras de la entonces capital Heijōkyō, no podía dejar de jugar ni aunque comenzase a tronar. El objetivo del picnic debió de ser, como en el poema, la contemplación de las flores, pero si alguien proponía jugar acababa en eso.

Hasta ahí, todo bien. Ahora viene el problema, uno de los gordos. En aquellos tiempos, estaba establecido que todos los funcionarios de la Corte debían personarse en el palacio inexcusablemente no bien hubiera comenzado a tronar. Kannari no jin (posición de trueno) se le llamaba en la época. Y he ahí a los fanáticos del mariuchi rompiendo el precepto. Junto a este poema, se consigna la nota que a continuación traducimos.

“El poema que figura a la derecha se compuso en las siguientes circunstancias. En los primeros días del año 4 de la era Jinki [727], miembros de la familia imperial y un gran número de sus vasallos se congregaron en los campos de Kasugano, donde se solazaban con el mariuchi. De repente, el cielo se encapotó y rompió a llover, tronar y relampaguear. Nadie quedaba en la Corte para proteger al Emperador: ni sus chambelanes, ni los toneri que formaban la guardia. El emperador Shōmu decretó, como castigo, que todos fueran confinados en sus cuarteles, prohibiéndoseles salidas innecesarias. Así reprendidos, escribieron este poema. Pero no sabemos a quién se deben sus líneas. (Traducción de la nota 949 del Libro VI)

Es decir, que se les impuso el confinamiento como castigo. El poema entonces compuesto es el que figura arriba. Sí, el deporte apasiona a la gente de todas las épocas. Y a veces trastoca las vidas. ¡Qué cosas pasan!

Fotografía del encabezado: PIXTA.

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