El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era

El ‘Man’yōshū’ y la era Reiwa: Consoladoras fuentes termales

Literatura Cultura

Buscar alivio y reparo en las fuentes termales del país es parte de una cultura que existía ya en tiempos del poemario Man’yōshū.

Este poema lo compuso el gobernador y noble Ōtomo cuando, durante su estancia en las fuentes termales de Sukita, oyó el canto de las grullas.

Yu no hara ni
naku ashitazu wa
a ga gotoku
imo ni koure ya
toki wakazu naku

Que en japonés moderno sería:
Yu no hara ni
naku ashitazu wa
watashi no yō ni...
tsuma wo koishitau to iu no ka
toki mo wakatazu naite iru, zutto.

Las grullas que gruyen
en las fuentes termales,
¿lo harán como yo,
añorando a su amada?
Pues lo hacen sin cesar, en todo momento.

(Ōtomo-no-Tabito, poema 961 del Libro VI)

 

A los jóvenes de hoy, palabras como tōji (tratamiento termal) o tōjiba (balnerario) ya no les suenan. Tratarse en uno de esos lugares durante un largo periodo de tiempo es algo que muy pocos pueden permitirse. Mientras el resto se afana en los mil quehaceres de nuestra vida moderna, a ver quién se atreve a decir que va a pasarse dos o tres meses en un balneario.

Eso de tener agua caliente simplemente abriendo un grifo es cosa de los últimos cincuenta años. Cuando yo era niño, el agua para el baño se calentaba con leña o con carbón. La expresión “furo wo taku” (“hacer fuego para el baño”) ha caído en desuso. Antes, los establecimientos de aguas termales tenían una función social infinitamente mayor que la que tienen ahora. Quienes ostentaban el poder en cada época controlaban también las fuentes y concedían ellos mismos a sus vasallos el derecho a usarlas. Las de Huáqīng chí, junto a Cháng'ān, antigua capital de la China Tang, eran un buen ejemplo de estas fuentes termales estatales. El derecho a bañarse era una graciosa concesión de su majestad.

Al sur de Dazaifu, antiguo centro de poder político de la isla de Kyūshū, existieron las fuentes termales de Sukita en los lugares que hoy ocupan las de Futsukaichi. Allá iban a recrearse los altos funcionarios de la ciudad. Se dice que Ōtomo-no-Tabito, que había perdido a su querida esposa, iba también allá a “tomar consolación”. Este poema es fruto de una de aquellas visitas. La costumbre de reparar las heridas del corazón en las fuentes termales tiene, como vemos, una historia más larga de lo que pensábamos.

Fotografía del encabezado: PIXTA.

literatura japonesa Reiwa Man'yōshū