El ‘Man'yōshū’ y Reiwa, ecos del pasado en una nueva era

El ‘Manyōshū’ y la era Reiwa: Un poema que es un testamento

Literatura

También en los lejanos años de la era Tenpyō (729-749) una gran epidemia sacudió los cimientos del Estado. En aquella ocasión, fue la viruela. La mayor parte de los miembros de una misión diplomática al reino coreano de Silla perecieron en ella. ¿Qué “testamento” nos dejaron?

“Yononaka wa
tsune kaku nomi” to
wakarenuru
kimi ni ya motona
a ga koi yukan.

(Poema colocado junto a otras dos elegías, no atribuido a ningún autor, 3.690 del Libro XV)

Que en japonés moderno sería:
Jinsei nan-chū mon wa
itsumo konna mon sa to itte
shinde itta
kimi wo mushō ni
watashi wa koishitatte yuku
koishitatte ikite yuku darō.

“Siempre ocurre lo mismo
en nuestro paso por este mundo”,
dijiste al partir,
y doliéndome de tu muerte
debo yo seguir adelante.

 

Leyendo revistas semanales como Shūkan Post o Shūkan Gendai, a veces siento que la edad del lector medio ha debido de subir mucho. Hace dos o tres años, estas revistas hacían campaña a favor de que los hombres siguiéramos practicando el sexo aunque fuéramos cargándonos de años. Pero últimamente parece que las espadas ya no siguen en alto. Ahora hacen campaña con especiales sobre testamentos y herencias en los que se nos orienta sobre cómo dejar este mundo de la forma más inteligente (personalmente, no creo que haya forma de hacerlo). Por lo visto, tras el sexo viene la muerte.

Ahora, cuando surge el tema de hacer testamento, siempre se termina hablando sobre el reparto de la herencia. Pero el tema no se agota en eso. Hay que pensar también en qué es lo que vamos a decirle póstumamente a cada cuál. Esto es tan importante como lo anterior.

En el Libro XV del Man’yōshū se recogen poemas dejados por los miembros de una delegación japonesa que viajó al reino coreano de Silla en el 736. Fue una embajada un tanto deshonrosa, pues no pudo cumplir sus objetivos debido al deterioro de las relaciones con Silla. Y no fue solo deshonra lo que cayó sobre ellos. Fue también el infortunio, pues muchos de los que volvieron fueron víctimas de la epidemia de viruela que se había desatado.

Uno de ellos fue el personaje llamado Yuki-no-muraji Yakamaro. Sus últimas palabras fueron recogidas por un acompañante anónimo, que las consignó en su poema. En su trance de muerte, esto fue lo que dijo: “Yononaka wa tsune kaku nomi” (“siempre ocurre lo mismo en nuestro paso por este mundo”). ¿O sea que esto era lo que llaman morir?, ¿así de fácil se termina todo? Palabras de resignación. ¡Esto es lo que da de sí la vida!

Fotografía del encabezado: Templo de Yakushidera en Nara. (PIXTA)

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