Lugares espirituales de Japón

Fujisan Hongū Sengen Taisha, un santuario sintoísta apreciado por generales ilustres

Cultura

De este santuario dependen más de 1.300 de todo Japón consagrados al monte Fuji. Durante la temporada de subida al volcán, siempre hay un sacerdote sintoísta en el okunomiya (santuario menor situado detrás del principal y dedicado a la misma deidad) de la cima. Se considera que a él pertenece el terreno que se extiende a partir de la octava estación del monte Fuji.

Un santuario para aplacar la ira del monte Fuji

A pesar de su belleza, el monte Fuji, que sobresale en lo alto del cielo y tiene una falda de gran extensión, ha inspirado siempre temor por sus múltiples erupciones. Todo ello ha motivado que, desde tiempos antiguos, los japoneses lo veneren y consideren un lugar espiritual.

El Fujisan Hongū Sengen Taisha, un santuario situado en la ciudad de Fujinomiya (prefectura de Shizuoka), se construyó precisamente para aplacar la ira del mayor volcán de Japón, y de él dependen más de 1.300 lugares de este tipo repartidos por todo el país y que en su nombre incluyen la palabra ‘sengen’. Al parecer, la deidad a la que están consagrados, Asama Ōkami, ya tenía en la antigüedad un segundo nombre en referencia al monte: Fuji Ōkami. Allí se le rinde culto también a Konohana no Sakuya-hime no Mikoto, una diosa de belleza incomparable que hacía las veces de ayudante de la otra deidad.

El primer santuario se construyó en su ubicación actual en el año 806. Hasta entonces, el principal lugar sagrado se encontraba en el Yamamiya Sengen Jinja, situado unos seis kilómetros al norte, por lo que se hizo el traslado pertinente a las nuevas instalaciones. En el santuario mencionado no había un edificio consagrado, sino que todo el espacio alrededor de un árbol antiguo hacía las veces de este. Así eran los ritos religiosos antiguos, según los cuales se le rezaba directamente al monte Fuji.

Yamamiya Sengen Jinja.

La Corte Imperial sentía una profunda devoción por el Sengen Taisha, de ahí que en el Engishiki Jinmyōchō, un libro publicado en el año 927 y en el que se listaban todos los santuarios de Japón, apareciera como el ichinomiya, esto es, el santuario de mayor rango, de la provincia de Suruga (parte central de la prefectura de Shizuoka en la actualidad). Además, figuraba como myōjin taisha, un tipo de santuario consagrado a alguna deidad obradora de milagros.

Las contribuciones de Tokugawa Ieyasu

Muchos generales ilustres veneraban el Fujisan Hongū Sengen Taisha, entre ellos Minamoto Yoritomo, Hōjō Yoshitoki, Takeda Shingen y Tokugawa Ieyasu. De hecho, este último construyó allí una treintena de edificios, y arregló así el santuario por completo, como muestra de agradecimiento por vencer en la batalla de Sekigahara. Otra contribución suya fue ofrecer los terrenos que se extienden a partir de la octava estación del monte Fuji, tierras que a día de hoy siguen perteneciendo al lugar de culto. Durante las eras Kan’ei (1624-1644) y Ansei (1854-1860), los grandes terremotos causaron daños irreparables en numerosas edificaciones, pero se conservan aún el pabellón principal (honden), la capilla (haiden) y una puerta de dos pisos del tipo rōmon construidos por Tokugawa.

En la cima del Fuji hay un okunomiya, esto es, un santuario menor situado detrás del principal y dedicado a la misma deidad; un sacerdote sintoísta permanece allí durante la temporada de subida, en julio y agosto de cada año. En el período Edo (1603-1868), la devoción por el volcán se propagó entre las clases populares, y en distintos lugares se comenzaron a organizar grupos para subirlo por motivos religiosos. Tras rezar en el okunomiya de la cima, la costumbre dicta que hay que ir a las ocho crestas del cráter, denominado ohachi.

Pabellón principal o honden.

En junio de 2013, la Unesco decidió incluir en su Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad el monte Fuji como “lugar sagrado y fuente de inspiración artística”; el Fujisan Hongū Sengen Taisha forma parte de ese patrimonio. La popularidad del volcán está aumentando debido a motivos como la facilidad de desplazarse hasta él desde Tokio y los alrededores capitalinos. En 2017 lo subieron 285.000 personas. Sin embargo, este auge ha derivado en un agravamiento de problemas como el deterioro de los caminos y la acumulación de basura en los mismos, de ahí que se haga un llamamiento a todos los senderistas a respetar las normas.

Cómo llegar

Se tarda una media hora en taxi desde la estación Shin-Fuji del shinkansen o tren bala, o cerca de diez minutos a pie desde la estación Fujinomiya (línea Minobu de JR).

Texto: Toya Manabu
Imágenes: Nakano Haruo
Imagen de la cabecera: segundo torii del Fujisan Hongū Sengen Taisha

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(Traducción al español del original en japonés)

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