[360º] Tres lugares nuevos de Tokio de interés turístico

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Tokio es una megalópolis que alberga lugares considerados tierra santa por los amantes de diversos ámbitos. En esta ocasión presentamos tres de estos enclaves, que atraen a turistas de todo el mundo, mediante varias imágenes panorámicas de 360º.

Una gran selección de chucherías monas

La calle Takeshita, en Harajuku, es uno de los lugares más visitados por quienes llegan a Japón en busca de los rasgos característicos de la denominada cultura kawaii. A ambos lados de sus 350 metros de longitud se agolpan varios cientos de locales comerciales tales como tiendas de palomitas de maíz o crepes, de ropa para adolescentes o de artículos relacionados con las idols, entre otros. Candy A Go Go es uno de ellos. En este establecimiento, que rezuma monería, se venden caramelos, golosinas o gomitas y chocolate kawaii procedentes de todo el mundo al peso –100 gramos cuestan 480 yenes, sin impuestos–. La selección disponible asciende a 130 clases de chucherías.

El interior de la tienda tiene un aspecto mono y pop, colmo de la cultura kawaii. Los clientes son recibidos por unas empleadas ataviadas con una peluca y un vestido rosas, y unas medias con dibujos llamativos; su atuendo recuerda a alguna chica bonita salida de una historia de animación. Nada más entrar, uno tiene la sensación de que acaba de perderse en el mismísimo mundo de las golosinas. El disfraz va cambiando en función de la estación: por ejemplo, en Año Nuevo se visten de miko (ayudante en un santuario sintoísta); en la temporada de Halloween, de gatito; y en Navidad, de Papá Noel.

Las piruletas con forma de corazón originales de este establecimiento se están convirtiendo rápidamente en icono de la moda en Harajuku, donde cada vez gozan de una popularidad mayor. Son también muchos los turistas extranjeros que se toman autofotos, purikura o fotografías junto a las empleadas de la tienda portando estos caramelos. Además, el establecimiento es famoso por haber aparecido en un vídeo musical de la cantante canadiense Avril Lavigne.

La proporción de turistas japoneses y visitantes del extranjero es prácticamente pareja. Desde su apertura en 2013, siguen formándose colas para poder entrar en la tienda los fines de semana. En la actualidad, Candy A Go Go cuenta con 16 establecimientos en todo Japón. El concepto de todos ellos es que los dulces se consideren un elemento propio de la moda, algo que parece contar con el apoyo de los jóvenes de todo el mundo afines a lo kawaii.

Un edificio de tiendas para los otaku

Nakano Broadway es, junto con Akihabara, el lugar por excelencia de los otaku, esto es, los amantes de los videojuegos, la animación y el manga. Aunque ambos lugares están dedicados a este tipo de aficionados, podría decirse que el primero se ha convertido en una especie de guarida de la subcultura cuyo centro de gravedad son las antigüedades.

En los primeros pisos de este edificio ­–el resto son viviendas– se encuentran unos 150 establecimientos dedicados a distintas aficiones: la librería de segunda mano Taco Ché, popular entre las chicas, Liberty, una tienda de figuras, y Anime Shop Commit, especializada en láminas de celuloide de dibujos animados, son algunos de los más conocidos; pero, sin duda alguna, la estrella es Mandarake.

Mandarake comenzó a funcionar en 1980 como librería de manga de segunda mano diminuta. A día de hoy, cuenta con 11 establecimientos en todo Japón y 500 empleados. Además de cómics japoneses, vende figuras, disfraces para cosplay, videojuegos, y láminas de celuloide, entre otros, todos ellos productos antiguos propios de la subcultura. Esta firma se ha convertido en todo un símbolo de la cutura otaku de Japón. Todo el personal posee algún tipo de colección privada, de ahí que se pueda depositar una gran confianza en su capacidad. Muchos clientes proceden de otros países, tantos que el 30 % de las compras corresponden a aficionados extranjeros. Además, en la página web de Mandarake se celebran a diario subastas donde se puede pujar por artículos que normalmente son difíciles de comprar, tales como dibujos originales de series o películas de animación y láminas de celuloide de manga. Las ventas anuales rondan los 10.000 millones de yenes.

El Mandarake de Nakano, faro de todas las tiendas que la empresa tiene en el país, consta de 26 establecimientos especializados, entre los que figuran Plastic, que vende muñecas antiguas de Licca y Blythe; y Special Kan, donde se pueden encontrar figuras de plástico blando de Ultraman y varios kaijū (monstruos). En esta ocasión mostramos el aspecto del interior de Hen'ya, una tienda en la que la firma pone a la venta artículos promocionales de empresas y juguetes antiguos.

Un espectáculo brillante con robots en el barrio del placer

Kabuki-chō, en Shinjuku, se considera el centro de lo underground en Japón. Este barrio del placer, el mayor de todo el continente asiático, es un "laberinto del deseo" compuesto por más de 3.000 establecimientos de diversos tipos: tabernas de estilo japonés (izakaya), bares, locales donde se paga por beber y charlar con los camareros –host club, en el caso del personal masculino, y kyabakura, cuando se trata de mujeres– y "hoteles del amor" son algunos de ellos. En esta maraña de lugares dedicados al entretenimiento existen también establecimientos de dudosa calidad en los que se exige, a la hora de salir, el pago de tarifas ilegales, motivo por el cual se los conoce como bottakuri bar, que podría traducirse como "bar de desplume".

Kabukichō alberga también uno de los establecimientos más populares entre los turistas extranjeros: Robot Restaurant. Como se puede desprender de su nombre, se trata de un restaurante donde se ofrece un espectáculo de baile en el que participan androides femeninos de 3,4 metros de altura, robots con forma de dinosaurio, entre otros animales, y un equipo formado por 20 bailarinas. A día de hoy, el 80 % de los clientes procede del extranjero, en particular de Europa y Norteamérica.

El concepto del espectáculo gira en torno a la capacidad de las jóvenes bellas y fuertes de animar el mundo. La alta tecnología de los robots hechos a mano, que evocan un futuro cercano, y la sensualidad de las jóvenes de estética moe que recuerdan a Sailor Moon se fusionan para crear una atmósfera kitsch semejante a la de los teatros de las afueras. Los comensales reciben unas barritas de luz química, que agitan mientras se escucha un silbato; se respira emoción en el ambiente.

Desde su apertura en 2012, son muchos los famosos que han pasado por este restaurante, como los directores de cine Tim Burton y J. J. Abrams. Al parecer, los medios de comunicación europeos y norteamericanos lo describen como un lugar en el que se puede disfrutar de una atmósfera en la que se fusionan elementos de los largometrajes Blade Runner y Austin Powers. Aunque el espectáculo fue concebido en un principio pensando en los asalariados japoneses, ha logrado, contra todo pronóstico, acaparar la atención de personas de todo el mundo. Incluso se ha hablado de abrir una sucursal en Las Vegas, pero los propietarios han rechazado todas y cada una de las ofertas recibidas. Según parece, quieren seguir siendo un lugar que ofrece un espectáculo exclusivo de Kabuki-chō.

Imágenes: Somese Naoto (con la colaboración de Candy A Gogo, Mandarake y Robot Restaurant)

Texto: Kondō Hisashi

Imagen de la cabecera: interior del establecimiento de Candy A Go Go en la calle Takeshita, en Harajuku

(Traducción al español del original en japonés)

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