Dioses de los mitos y leyendas de Japón

Inari, dios del pueblo, consagrado por el “hijo de la Zorra Blanca”

Cultura Vida

Los santuarios Inari, y sus famosas estatuas de zorros, mensajeros de los dioses, son los más populares entre el pueblo japonés; buen ejemplo es el santuario Fushimi Inari Taisha de Kioto, con sus mil pórticos torii. Presentamos su origen y la historia de Abe no Seimei, onmyōji del periodo Heian (794-1185) nacido de la Zorra Blanca con habilidades sobrehumanas.

El dios Inari y sus santuarios: orar por una buena cosecha y un negocio próspero

Si bien la creencia en el dios Hachiman estuvo siempre extendida entre los samuráis de todo el país, Inari era una deidad adorada con frecuencia entre la gente común.

Inari fue equiparado posteriormente con Ukanomitama, mencionado en el Kojiki y en el Nihon shoki como dios del grano, pero en sus principios fue un dios nacido del folclore.

La sede principal del dios Inari es el santuario Fushimi Inari Taisha, ubicado en el sur de Kioto y famoso por sus mil pórticos torii. Según una leyenda del periodo Nara (710-794) temprano, cuando Hata no Irogu, miembro de un clan de ricos inmigrantes, usó un mochi (pasta de arroz) como blanco para practicar su puntería y trató de atravesarlo con una flecha, el mochi se convirtió en un cisne y se alejó volando. En la cima de la montaña donde el cisne descendió crecía el arroz, y esa montaña pasó a ser conocida como Inariyama (“montaña donde crece el arroz”). En ella se construyó un santuario que coincide con el actual Fushimi Inari Taisha.

La sala de adoración Oku-sha (Oku-no-in), ubicada tras atravesar los mil pórticos torii del santuario Fushimi Inari Taisha, es la entrada a la ruta Oyama Meguri, en el monte Inari, de 233 metros de altura. (PIXTA)
La sala de adoración Oku-sha (Oku-no-in), ubicada tras atravesar los mil pórticos torii del santuario Fushimi Inari Taisha, es la entrada a la ruta Oyama Meguri, en el monte Inari, de 233 metros de altura. (PIXTA)

A comienzos del periodo Heian, Kūkai (Kōbō Daishi) fundó el templo Kyōōgokokuji (Tōji) en el sur de Heiankyō (Kioto), cerca de Fushimi Inari, donde se comenzó a adorar a Inari como deidad local. A medida que las enseñanzas de Kūkai se extendían por todo el país, lo hacía también la fe en el dios Inari.

Como resulta evidente por su etimología, Inari era un dios al que orar por una cosecha buena y abundante, pero a medida que su fe se extendía a las áreas urbanas aumentó el número de personas que buscaban sus bendiciones para un negocio próspero. Se dice que durante el periodo Edo (1603-1868) se podían encontrar santuarios de Inari por todas partes, en la ciudad de Edo. Incluso hoy en día se pueden ver a menudo pequeños santuarios dedicados a Inari, en los distritos comerciales.

Al visitar un santuario de Inari lo primero que llama la atención son las estatuas de zorros. También hay estatuas que llevan en la boca joyas, llaves de almacenes, espigas de arroz y otros objetos.

Como ya se ha mencionado anteriormente, en las antiguas leyendas el dios Inari se veía asociado con un pájaro blanco, y no había menciones a zorros. En algún momento, sin embargo, empezó a creerse que los zorros eran mensajeros divinos de Inari, y la idea de que “donde está Inari, hay zorros” se ha convertido en un concepto muy familiar.

No queda claro por qué el dios Inari y el zorro se vieron asociados. Existen varias teorías; una señala que los zorros son los primeros en bajar de las montañas a principios de primavera, y se pensaba que eran estos animales los que guiaban a los dioses de los arrozales; otra indica que sus colas recuerdan a espigas de arroz maduras; también hay teorías que dicen que los zorros exterminan a ciertos animales que representan plagas para el arroz, como los gorriones.

Abe no Seimei, un “héroe” de poderes misteriosos

En toda época el pueblo se preocupa, sufre y desea saber qué le depara el futuro. Abe no Seimei (921-1005), un hechicero del periodo Heian, fue deificándose como ser sobrehumano poseedor de poderes misteriosos y capaz de responder a los deseos de los creyentes.

El pensamiento chino antiguo cuenta con la famosa “teoría de los cinco elementos y el yin-yang”. La teoría del yin-yang afirma que todo en este mundo está formado por dos tipos de ki, o energía vital: el yin y el yang (una energía masculina y otra femenina, también representadas como energía positiva y energía negativa). Esta teoría se asoció con la de los cinco elementos, que afirma que el mundo opera y cambia mediante la circulación e interacción de cinco elementos: madera, fuego, tierra, metal y agua.

La teoría del yin-yang y los cinco elementos ha tenido una gran influencia en la cultura japonesa, fue conectándose con el antiguo sistema japonés de bokusen (adivinación divina), y se desarrolló de forma independiente como onmyō-dō. Especialmente durante el período Heian, este sistema estuvo profundamente conectado con la vida del pueblo japonés. Basándose en el onmyō-dō, los adivinos sentenciaban la buena o la mala fortuna a partir de la astronomía y las características geológicas, y eran también responsables de crear calendarios: se trataba de los onmyōji. Entre ellos Seimei fue el más popular, y aquel a quien podría llegar a considerarse un héroe.

Santuario Seimei

El santuario Seimei, en Kioto. (PIXTA)
El santuario Seimei, en Kioto. (PIXTA)

Estatua de un shikigami en el santuario Seimei, en Kioto. (PIXTA)
Estatua de un shikigami en el santuario Seimei, en Kioto. (PIXTA)

Abe no Seimei hizo también las veces de “agente secreto astronómico”: consultaba el cielo para determinar la buena o mala suerte, e informaba de cualquier anomalía al emperador. Los nobles confiaban en él y al parecer lo consultaban sobre cualquier fenómeno extraño que sucediera a su alrededor. Todos esos fenómenos, por supuesto, se veían en la época relacionados con brujería y maldiciones.

También se dice que Abe utilizaba poderosas técnicas mágicas, como el uso de un tipo de ogro llamado shikigami al que encargaba de las tareas diarias, o la capacidad de matar una rana sin tocarla, algo que realizó ante un grupo de monjes celosos de su fama.

Se cuenta que el santuario Seimei, en la ciudad de Kioto, lo construyó el emperador Ichijō en el lugar en el que se hallaba la residencia de Abe no Seimei poco después de la muerte de este, para honrarlo. El símbolo del santuario es una estrella de cinco puntas que representa la mencionada teoría del yin-yang y los cinco elementos. El recinto también contiene un pozo que hizo emanar, según se dice, el propio Seimei, así como la estatua de un shikigami, e incluso hoy día lo visitan con frecuencia muchos seguidores de Abe no Seimei.

Kuzunoha Inari

Santuario Shinodanomori Inari, en Osaka, dedicado a Kuzunoha. (PIXTA)
Santuario Shinodanomori Inari, en Osaka, dedicado a Kuzunoha. (PIXTA)

Cuenta la leyenda que Seimei nació de Kuzunoha, una zorra blanca, la cual se había transformado en mujer humana para casarse con un hombre llamado Abe no Yasuna. Sin duda la madre de Abe fue el origen de los extraordinarios poderes de Seimei.

En Kuzunoha-chō, en la ciudad de Izumi, prefectura de Osaka, se encuentra el santuario Shinodanomori, dedicado a Kuzunoha, la madre zorra de Seimei. Conocido comúnmente como el santuario Kuzunoha Inari, son muchos los que rezan en él pidiendo un parto seguro o la bendición de un hijo, tal vez porque la divina zorra dio a luz a Abe no Seimei, de habilidades extraordinarias.

Desde el periodo Heian hasta la actualidad, las hazañas de Seimei se han visto representadas en una variedad de medios: cuentos populares, obras de teatro jōruri, de kabuki, novelas, volúmenes de manga, películas... Por mucho que avance la ciencia, nunca desaparecerá el deseo, tan humano, de confiar en la adivinación y la magia divina. La fe en Abe no Seimei está seguramente relacionada con esa característica de la naturaleza humana.

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: ilustración de Satō Tadashi.)

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